Obra teatral para todo publico escrita por Nelly Villegas
Inspirada en el cuento Panchito Mandefua de Jose Rafael Pocaterra .
ESCENA I
(Escenario vacío. Se
oye el rumor del mar y sopla un viento suave. Entra el abuelo, de larga barba,
con sombrero ancho y aspecto muy teatral. Lo acompaña una niña vestida con
atuendos navideños, quien trae su butaca y un libro de cuentos. Coloca la
butaca en el centro. El viejo le indica que la cambie de lugar, lo que dará
inicio a un juego de desplazamiento por el escenario, buscando el sitio ideal
para iniciar).
NIÑA: (Incómoda) ¡Comienza ya con el cuento, abuelo!
ABUELO: ¡No te impacientes! ¡La impaciencia no es buena consejera, niña!
NIÑA: ¡Este ponlo aquí, ponlo allá, no, mejor más allá… ¡Impacientas a cualquiera, abuelo!
ABUELO: (Al público). ¡Estos tiempos modernos! ¿Cuándo en mis tiempos uno se permitía estas deliberaciones con los mayores? ¡No señor! Aquello era: ¡ponga la silla ahí y punto, caramba! Y más nada…
NIÑA: Ay, abuelo, ya no empieces con tu retahíla y empieza el cuento.
ABUELO: Está bien, cálmate, que ya comienzo. (Se sienta).
NIÑA: (Entregándole el libro). Aquí está el cuento que vamos a narrar.
ABUELO: ¡Esconde eso, niña! Un cuentacuentos debe tener pleno dominio del cuento…
NIÑA: Abuelo, no te hagas el loco, ya estás en edad avanzada y necesitas guiarte…
ABUELO: ¡Niña entrometida!
NIÑA: (Guardando el libro). Está bien. ¿Ahora puedes empezar?
ABUELO: La historia que vamos a contar a continuación tiene la particularidad de estar conformada por personajes reales e irreales, por situaciones imaginarias algunas y poco imaginadas otras… Nosotros creamos la atmósfera teatral para la reflexión, y a ustedes les corresponde diferenciar entre la realidad y la ficción…
NIÑA: (Al oído del viejo). ¡Abuelo, deja de filosofar! ¡Ellos vinieron a disfrutar, a reír, a soñar!
ABUELO: ¿Ellos? ¿Quiénes?
NIÑA: ¡El público, abuelo, el público!
ABUELO: ¡Ah, sí, el público…, claro…
ABUELO: (Tierno). Mi querida niña, a nadie le hace mal el reír y jugar porque le pone la cabeza a funcionar...
NIÑA: (Resignada). Está bien, empieza…
ABUELO: Para calmar a esta
pequeña que impaciente está, daremos inicio a este cuento de Navidad, así que
presten toda la atención, ¡los actores vibran de emoción! (Ordenando).
¡Las luces! ¡Que se enciendan ya!
(Se encienden las luces). ¡El decorado que caiga y ocupe su lugar!
(bajan telas que conforman la escenografía). ¡Que suene la
música! ¡Que los personajes cobren vida! ¡Y que la historia se empiece a
contar!
ESCENA II
(Suena canción de presentación. Salen los personajes, realizan coreografía. Se les unen el abuelo y la niña).
CANCIÓN DE PRESENTACIÓN:
Esta historia va a
comenzar,
todos los
personajes listos están
para hacerles reír y llorar.
Panchito y su mamá,
que en el cielo
están,
son los
protagonistas de
este cuento de Navidad,
y contra el
malvado policía
juntos lucharán.
Todos..., todos,
vamos a participar
en este cuento de Navidad,
nosotros en el
escenario
y ustedes allí,
su sonrisa regalando
¡Suenen, suenen
las palmas!
¡Suenen, suenen
las palmas!
Que Panchito y su
mamá
desde las nubes
bajando están.
ESCENA III
(Salen todos del escenario. Humo. Juego de luces. Aparece la mamá de Panchito. Traje blanco, es una hada madrina de la Navidad. Panchito, aunque es un ángel, viste harapos blancos y gorra, unas alas incipientes. Viene en patines).
MAMÁ: ¡Llegamos, Panchito, mete el freno!
PANCHITO: ¡Demasiado tarde, mamáaaaaaaaaa! (Cayendo).
MAMÁ: (Riendo). ¡Te dije que tuvieras cuidado!
PANCHITO: ¡Y lo tuve! Solo que hace mucho tiempo que no hago esto.
MAMÁ: En los parques celestiales no se permiten patines.
PANCHITO: Ni patinetas, ni bicicletas…, ¡Nada que ruede!
MAMÁ: Es para que no corran el riesgo de caer a la Tierra. ¿Te imaginas el golpe que te darías si te caes? Ya, quítatelos y pasemos a lo que vinimos
PANCHITO: Déjame otro ratito con ellos.
MAMÁ: ¿Ya olvidaste el motivo de nuestro viaje hacia acá?
PANCHITO: Claro que no.
MAMÁ: Quiero que lo repitas…
PANCHITO: Debemos evitar que a Francisco lo atropelle un carro, como me pasó a mí aquella remota noche por andar distraído, que encuentre a su mamá y que celebren juntos la Navidad.
MAMÁ: ¡Correcto! Entonces, no perdamos tiempo, tenemos que encontrar a Francisco para poder ayudarlo.
PANCHITO: ¿Y dónde lo vamos a encontrar?
MAMÁ: No te preocupes, lo encontraremos.
ESCENA IV
(Se oyen ruidos que se acercan. Por el extremo izquierdo salen niños ataviados con vistosos trajes de arlequines. Habrá unos en zancos. Empujan con cuidado una caja que colocan a un lado).
NIÑO I: ¡Cada día pesa más!
NIÑO II: ¡Claro, si no hace más que dormir!
FRANCISCO: ¡Dormir y mandar!
NIÑO I: En cambio nosotros estamos trabaja que trabaja…
NIÑO II: Y él, cobra que cobra…
FRANCISCO: ¡Y nosotros aguanta hambre que aguanta!
NÑO I: ¡Y él, come que come!
NIÑO II: ¡No hablemos de comida, que a mí me suena como una bandolina en la barriga!
FRANCISCO: ¡Y a mí me suena una orquesta completa!
NIÑO I: Será mejor que empecemos a trabajar antes de que se despierte.
NIÑO II: Sí, es mejor. La pasamos muy mal la última vez que se despertó y nos encontró hablando.
FRANCISCO: Todavía me duele la espalda por la paliza que me dio. (Se oye un bostezo).
NIÑO I: ¡Rápido, que ya
sale!
ESCENA V
(De prisa sacan sus instrumentos de trabajo, que han de ser pelotas para malabares, esclavas, etc.)
NIÑO 1: ¡Señoras y señores…! ¡Choferes y transeúntes…!
NIÑO II: ¡Con mucho cariño hemos convertido el escenario en asfalto…!
FRANCISCO: ¡Para brindarles a ustedes la magia del teatro en la calle…!
NIÑO: (Alertando a los demás). ¡Semáforo en rojo! ¡Semáforo en rojo! ¡Empiecen!
(Suena música. Se realiza un número. Uno de los actores pedirá dinero al público al término de la acción).
NIÑO 1: ¡Vamos, vamos, ula ula, a bajarse de la mula!
ESCENA VI
(Panchito y su mamá observan la escena. Entran el abuelo y la niña. Los niños seguirán sus acciones con malabares). La música y la iluminación nos indican otro plano, estamos nuevamente ante el abuelo y la niña).
ABUELO: Como verá, querido público, ya hemos empezado con la trama. Estos niños están haciendo un circo para ver si pueden comer algo en esta noche de Navidad.
NIÑA: ¿Y por qué?
ABUELO: ¡Porque tienen hambre!
NIÑA: ¿Y por qué tienen hambre?
ABUELO: ¡Porque no tienen a nadie quien les dé de comer!
NIÑA: ¿Y por qué no tienen quien les dé de comer?
ABUELO: Bueno, quizás no tienen familia...
NIÑA: ¿Y por qué no tienen familia?
ABUELO: Bueno…, bueno..., deja ya de preguntar, muchacha del carrizo, que tenemos que seguir contando el cuento…
NIÑA: ¿Qué es carrizo, abuelo?
ABUELO: Carrizo… Carrizo… Bueno, Carrizo es un titiritero amigo mío, también llamado Héctor…
NIÑA: Abuelo, tú dices carrizo para no tener que decir carajo, ¿verdad?
ABUELO: ¡Niña, por Dios! ¡Imagínate si tuviéramos público!
NIÑA: Le diríamos… ¡hola, querido público del carrizo!
ABUELO: Sí, me gusta
eso… ¡Hola, querido público del carrizo! Bueno… (Pausa). Y después de
mucho trabajar sucedió que… (Salen. La música y la iluminación nos vuelven a los niños
malabaristas).
ESCENA VII
(Los niños, ya cansados, detienen el trabajo. Se oye un ruido).
NIÑO 1: ¡Se despertó!
NIÑO 2: No, yo creo que está soñando.
NIÑO 1: ¡Qué holgazán!
NIÑO 2: ¡Vamos a ver!
NIÑO 1: ¡Con cuidado!
ESCENA VIII
(Los niños se acercan. Sale el Sr. Topolino sorpresivamente de la caja que ha de tener una abertura al centro. El Sr. Topolino ha de vestir un atuendo muy teatral que sugiera harapos. Suena canción y se realiza coreografía. Se involucra con el público).
CANCIÓN DEL SR. TOPOLINO.
¡Soy todo un señor!
Me gusta dormir la
siesta,
comer muy bien
y bailar en las
fiestas
hasta el cansancio!
El Sr. Topolino me
llaman
por mi porte
refinado,
aunque a veces,
como no me baño,
ando oloroso a pescado…
Solo un defecto
tengo:
soy un poco
perezoso,
no me gusta
trabajar…
Y cuando me
molesto
suelo ser poco afectuoso.
SR. TOPOLINO: (Dulzón).¡Mis adorables sobrinos! ¿Ya nos hemos ganado el pan?
NIÑO I: Tío, hemos trabajado mucho.
NIÑO II: Pero aún no hemos logrado ni un bolívar.
SR. TOPOLINO: No se desesperen, que aún falta día, así que… ¡a trabajar, holgazanes! (Los niños vuelven al trabajo. Francisco queda rezagado).
FRANSCISCO: Sr. Topolino, no quiero trabajar más por hoy…, estoy…
SR. TOPOLINO: ¿Qué has dicho, criaturita mía?
FRANCISCO: Me duele mucho la espalda y quisiera descansar un poco.
SR. TOPOLINO: ¿Te duele la espaldita? (Lo toma y le soba la espalda). Sana, sana, espaldita de rana... No, mejor: sana, sana, culito de rana… Listo, ya estás mejor, ahora ¡a trabajar holgazán! (El niño le hace un ademán de desafío).
SR: TOPOLINO: ¡Me gusta tu actitud, pequeño! ¿Así que quieres pelea? ¡Ven! ¡Pelea! (Mostrándole la correa).
NIÑO I: ¡Francisco, ya está bien! ¡Ven, quédate tranquilo!
NIÑO II: ¡Tío, hoy es Navidad!
SR. TOPOLINO: Está bien.
NIÑO: Gracias.
SR. TOPOLINO: Hoy es
día de paz y tranquilidad.
ESCENA IX
(Francisco hace caso a regañadientes. El Sr. Topolino se va a su caja a dormir, esta vez se le verán las piernas mientras canta una canción de Navidad. Panchito y su mamá se asoman).
PANCHITO: ¡Así que ese es mi tocayo!
MAMÁ: Sí, ese es el niño a quien debemos ayudar…
PANCHITO: ¿Y qué pasará con sus amigos?
MAMÁ: No lo sé.
PANCHITO: ¿Pero no podemos dejarlo a merced de ese señor?
MAMÁ: Hijo, recuerda que nosotros estamos facultados para ayudar solamente a Francisco.
PANCHITO: ¡Pero eso no es justo, mamá!
MAMÁ: La justicia a veces no es como quisiéramos.
PANCHITO: ¿Y por qué?
MAMÁ: Porque hay cosas que no podemos cambiar.
PANCHITO: ¿Y por qué no las podemos cambiar?
MAMÁ: Porque no está en nuestras manos.
PANCHITO: ¿Y qué tenemos que hacer para que esté en nuestras manos?
MAMÁ: Ya, Panchito. Aunque eres un ángel eres muy preguntón.
PANCHITO: (Refunfuñando). No es justo... Debe haber algo para que la justicia esté en nuestras manos.
ESCENA X
(Pasamos a la siguiente escena. Panchito y su mamá estarán esperando, los niños siguen en lo suyo. El Sr. Topolino duerme. Entra un policía y lo despierta de un golpe).
POLICÍA.: ¡Oiga, vengo por mi pago!
SR. TOPOLINO: (Amablemente). Mí estimado amigo, ¿cómo le va? ¡Qué gusto verlo por aquí!
POLICÍA: Dejemos la diplomacia para otro momento…
SR. TOPOLINO: ¡Dios mío, qué humor! Recuerde que hoy es un día de paz.
POLICÍA: Le advierto que no estoy para bromas.
SR. TOPOLINO: No es una broma, hoy es un día especial.
POLICÍA: Por eso quiero mi pago.
SR. TOPOLINO: Verá usted, no estoy negado a pagarle, pero aún no hemos hecho ni un solo céntimo.
POLICÍA: Ese cuentito me lo sé de memoria.
SR. TOPOLINO: No es cuentito...
POLICÍA: Le doy un plazo de dos horas, si no… ¡se queda sin el permiso!
SR. TOPOLINO: Usted no puede hacerme eso.
POLICÍA: ¡Claro que puedo! Arriesgo demasiado al permitirle trabajar aquí, además con estos niños… SR. TOPOLINO: ¿Qué pasa con ellos? Son mis sobrinos.
POLICÍA: (Despectivamente) Je, je, je, sí, sobrinos…, lo sé. Pero recuerde que no es legal que estén aquí.
SR. TOPOLINO: ¡Mire quién habla de ilegalidad!
POLICÍA: ¿Qué? ¿Me vas a chantajear?
SR. TOPOLINO: Usted sabe que yo sería incapaz de semejante cosa.
POLICÍA: Más le vale. Recuerde que soy muy amigo de doña Justa.
SR. TOPOLINO: No es preciso que me lo recuerde.
POLICÍA: Digo…, por si pierde la memoria…
SR. TOPOLINO: (Entre dientes). Un día de estos me voy a llenar de valor y entonces…
POLICÍA: (Desafiándolo) ¡¿Entonces qué?!
SR TOPOLINO: ¡Nada, nada! Dentro de dos horas tendrá usted su paga.
POLICÍA: Más le vale. (Sale).
SR. TOPOLINO: (Dirigiéndose a los niños que durante esta
escena han estado realizando las distintas acciones). ¡Vamos a la esquina
del supermercado, que está más concurrida! (Salen).
ESCENA XI
(En un extremo Panchito y la mamá, y por el otro el abuelo y la niña. Esta escena se hará en yuxtaposición).
NIÑA: (Leyendo el cuento). Esto no es justo.
ABUELO: ¿Qué no es justo?
NIÑA: Que ese señor se aproveche de esos niños.
ABUELO: ¡Claro que no es justo, pequeña!
NIÑA: ¿Y entonces?
ABUELO: ¿Entonces qué?
NIÑA: ¿Por qué no hacemos algo?
ABUELO: Estamos aquí para contar el cuento, no podemos tomar parte en él.
NIÑA: Nadie se dará cuenta.
ABUELO: ¡Dices unas cosas!
NIÑA: ¡Anda, abuelo, di que sí!
ABUELO: A ver, ¿qué se supone que debemos hacer?
NIÑA: (Pensando). Bueno, podemos…, no sé…, quizás ir a hablar con doña Justa.
ABUELO: (Riendo). Doña Justa es una señora muy ocupada. Imagínate, ¡la pobre tiene tantos casos que resolver!
NIÑA: No le quitaremos mucho tiempo, solo serán cinco minutos.
ABUELO: No sé si sea buena idea. (Oscuro).
(En el otro extremo):
PANCHITO: ¿La oyes, madre?
MAMÁ: Sí, la oigo.
PANCHITO: Ella tiene razón, ¡tenemos que ayudarla!
MAMÁ: No veo cómo.
PANCHITO: Alguna manera debe haber…
MAMÁ: Hijo, recuerda que solo estamos facultados para...
PANCHITO: Sí, ya sé…, para ayudar a Francisco.
MAMÁ: Entonces quédate tranquilo, hijo, todo tiene su razón de ser.
PANCHITO: Si tú no quieres ayudarme no importa, entonces lo haré yo solo… (Se va).
MAMÁ: Espera, hijo, ¡no puedes hacer eso! (Sale detrás de él).
(Volvemos al espacio anterior):
NIÑA: Claro que es buena idea.
ABUELO: No lo sé. Mejor dejemos que se desarrollen los acontecimientos.
NIÑA: Pero…, abuelo…
ABUELO: Y así fue como
nuestro personaje, después de dar un ultimátum al pícaro Sr. Topolino, se
dirigió al…(Salen).
ESCENA XII
(Vemos un biombo debidamente decorado con libros. Ahí está doña Justa, viste traje azul, cabello largo y tiene los ojos vendados. Trae una balanza, pues será la representación de la justicia. Cerca tiene papeles y carpetas).
CANCIÓN DE LA JUSTICIA
Leyes...,
leyes… y más leyes.
Leyes
pequeñitas,
leyes grandototas…
Leyes
para perros,
leyes
para gatos,
leyes
con camisa,
pantalón y zapatos…
Yo soy
la justicia,
mi
emblema es la equidad,
mi
reto es impartir leyes
con respeto e igualdad…
Leyes
para los flacos,
también
para los gordos.
Mi
trabajo es que se aplique
igual para todos.
(Al terminar la canción, entra el policía).
POLICÍA: ¿Cómo está, doña Justa?
DOÑA JUSTA: Muy bien, mi querido amigo, aquí, revisando todas mis leyes.
POLICÍA: Hace muy bien.
DOÑA JUSTA: Por cierto, ¿cómo va mi ley consentida?
POLICÍA: ¿Cuál?
DOÑA JUSTA: La que acabamos de aprobar recientemente…
POLICÍA: ¿La del trabajo?
DOÑA JUSTA: No, la que brinda protección a todos los niños y niñas.
POLICÍA: Ah, sí, claro…, claro… Esa ley va muy bien, cumpliéndose a cabalidad.
DOÑA JUSTA: ¡Qué bueno! Esa ley me gusta tanto, la hice con tanto esmero…
POLICÍA: Sí, de eso soy testigo. Usted estuvo días y noches con eso, ahí en el escritorio, y dale y dale y dale…
DOÑA JUSTA: ¡Hasta que por fin salió! Es tan bonita.
POLICÍA: Sí, claro, es bellísima…
DOÑA JUSTA: Ahora hay que velar porque se cumpla, porque si no de nada habrá valido tanto esfuerzo.
POLICÍA: No se preocupe, de eso me encargo yo.
DOÑA JUSTA: Yo sé que puedo contar con usted…, y se lo agradezco mucho.
(Entra Ana, una señora humilde, la madre de Francisco).
SR. ANA: Disculpe que la molestes señora Justa, pero quisiera hablar con usted un momento.
DOÑA JUSTA: Claro, pase adelante. Será un placer atenderla.
SR. ANA: Gracias, es usted tan amable.
DOÑA JUSTA: Dígame, ¿en qué la puedo ayudar?
SR. ANA: Verá, necesito que me ayude a encontrar a mi hijo.
DOÑA JUSTA: ¿Cómo? ¿Se le extravió su hijo? ¿Cómo pudo ser posible? ¿Cómo pudo descuidarse de esa manera, señora?
SRA. ANA: Estoy tan avergonzada, sé que fue mi culpa. Si usted cree que tengo que ser castigada por eso, lo acepto, pero ayúdeme a encontrarlo.
DOÑA JUSTA: Cálmese, no se ponga así, y cuénteme, ¿qué fue lo que pasó?
SRA ANA: Verá usted, tengo dos hijos: Carlos, mi hijo mayor que ya tiene catorce años, y Pancho que tiene ocho. Panchito es un poco enfermizo. Hace poco conseguí un trabajo, y como no tengo quien me lo cuide, me puse de acuerdo con Carlos para que se encargara de eso. Pero cada vez que yo llegaba del trabajo los encontraba peleando. Así que decidí llevarme a Panchito al trabajo. Pero fue peor porque se le metió en la cabeza que tenía que trabajar para ayudarme. Y hace tres días, en un descuido, se fue y me dejó esta nota que indica que se fue a trabajar con sus amigos.
DOÑA JUSTA: ¡Dios mió! ¡Ese niño tan pequeñito, solito en la calle! ¿Y quiénes son sus amigos?
SRA ANA: Creo que él se refiere a un señor que tiene dos sobrinos y todos trabajan haciendo números de circo en los semáforos.
DOÑA JUSTA: Pero, ¿cómo es posible? ¡Eso está prohibido! En el tomo numero equis, artículo equis de la ley equis dice que…
POLICÍA: (Calmándola). No se altere.
DOÑA JUSTA: (Al policía). ¡Usted me acaba de decir que esta ley la estamos cumpliendo a cabalidad!
POLICÍA: En mi jurisdicción sí, se lo aseguro. Yo, personalmente, me he encargado de ello… Claro, cuando la cosa es en otro municipio no estoy facultado para actuar.
DOÑA JUSTA: ¡No quiero excusas! ¡Esto es muy grave y tiene que resolverse inmediatamente!
POLICÍA: Como usted diga, doña.
DOÑA JUSTA: Vaya a buscar a ese señor y tráigamelo aquí para encargarme del asunto.
SRA. ANA: Gracias, doña Justa, no sé cómo pagárselo.
DOÑA JUSTA: Eso me lo paga estando un poco más atenta para que estas cosas no vuelvan a ocurrir.
SRA. ANA: ¡Se lo prometo, se lo prometo!
DOÑA JUSTA: Ahora, váyase tranquila, confíe en nuestro funcionario.
SRA ANA: Sí, claro.
DOÑA JUSTA: Ahora…, si me lo permite, debo retirarme. (Sale).
(Al quedar solos, el policía interroga a la señora Ana).
POLICÍA: Dígame cómo es ese señor…
SRA. ANA: (Dándole los datos). Bueno, es un señor así y asao, esto y aquello, aquello y lo otro, un poco más de allá que de acá, etcétera.
POLICÍA: ¿Cuáles son las características del niño?
SRA ANA: Bueno… es así y asao, esto y lo otro, coge pa’cá, coge pa’llá, etcétera, etcétera…
POLICÍA: ¿Dirección?
SRA. ANA: Calle tal y qué sé yo, pin pan pun, doblando a la izquierda, como quien va subiendo y se devuelve.
POLICÍA: Está bien, más claro imposible. Puede retirarse.
SRA ANA: ¿Cómo? ¿Eso es todo?
POLICÍA: No se preocupe, cuando tenga yo tenga la información la llamaré y plan, cuas, plin, cataplum y listo.
SRA. ANA: Pero… ¿y cómo me llamará si no tiene mi número?
POLICÍA: Muy sencillo, tenemos un sistema computarizado, muy avanzado, que hace chirrí chirrá, rasplín tum tum cuech, capaz de averiguar los números telefónicos de quien sea, tenga o no tenga teléfono.
SRA. ANA: Está bien. Por favor, no deje de llamarme.
POLICÍA: Confié en mí, señora Ana. (Aparte). ¡Tengo que encontrar a ese pícaro holgazán antes de que sea demasiado tarde!
SRA ANA: ¿Qué dijo?
POLICÍA: Nada, que tengo que ponerme a trabajar en eso. ¡Adiós! (Sale).
SRA. ANA: No sé por qué este señor no me inspira confianza. Por si acaso, yo misma voy a buscar a Francisco. (Llamándolo, se mete entre el público y va preguntando por él. Sale por la entrada del teatro).
ESCENA XIII
(Entran la niña y el abuelo).
NIÑA: (Molesta). ¡Esto ya es el colmo! Tenemos que intervenir en el cuento porque si no, ¡me va a dar algo! ¡Está engañando a la señora Justa y eso no es correcto!
ABUELO: Tienes razón, pero nosotros no podemos intervenir, somos meramente ficción…
NIÑA: Dime, abuelo, ¿qué es lo que determina la realidad y la ficción?
ABUELO: Verás… (Señalando al público). Ellos son realidad y… (Se paraliza y se queda así durante las acciones siguientes. Música, humo, luces, entra Panchito).
PANCHITO: …Y nosotros somos ficción.
NIÑA: (Hablándole a Panchito). ¿Quién eres?
PANCHITO: Yo soy Panchito..., Panchito Mandefuá... (Canción para Panchito. Buscar cuento).
NIÑA: ¿O sea que tú eres un ángel?
PANCHITO: (Medio pretencioso). Más o menos.
NIÑA: ¿Y qué haces aquí?
PANCHITO: Vine para que me ayudes y yo ayudarte a ti...
NIÑA: No entiendo.
PANCHITO: Hemos estado viendo la misma situación y pienso como tú, no me parece justo. Y como mi mamá ni tu abuelo quieren intervenir, pensé que si nos uníamos tú y yo… pudiéramos hablar con doña Justa y darle a estos picaros su merecido…
NIÑA: ¡Acepto!
PANCHITO: Iremos a ver a doña Justa.
NIÑA: ¡Sí!
PANCHITO: Pero hay un problema…
NIÑA. ¿Cuál?
PANCHITO: Yo estaré allí, pero ella no podrá verme, así que tendrás que hablar tú.
NIÑA: ¿Por qué será que a mí siempre me toca lo más complicado? ¡Esté bien, vamos!
PANCHITO: Hay otro problema…
NIÑA: ¿Cuál?
PANCHITO: Tu abuelo. Él tendrá que dormir por lo menos hasta el final de esta historia
NIÑA: (Ríe). ¡Pobre abuelo! Eso le pasa por
testarudo. (Intentando arrastrarlo).
¡No te quedes ahí parado, ayúdame a sacarlo! (Entre los dos lo sacan del escenario).
ESCENA XIV
(Entra el policía).
POLICÍA: (Buscando hacia todos lados). ¡Se
fueron! ¿A dónde pudieron haber ido? (Y
se dirige al público): ¿Alguno de ustedes me lo puede decir? (Dirigiéndose a los niños, interactúa con
ellos, selecciona a uno y le pregunta, pero luego dice): Bueno, yo los
buscaré, no pueden estar muy lejos, seguramente están en la otra esquina,
frente del supermercado. (Sale).
ESCENA XV
(Entra la escenografía de Doña Justa. Ella está entretenida con sus papeles. Entra la niña, seguida de Panchito).
NIÑA: (En voz baja). ¡Doña Justa, doña Justa!
PANCHITO: Háblale mas fuerte.
NIÑA: (Más fuerte).¡Doña Justa! (Doña Justa no la atiende).
PANCHITO: Con razón… ¡Es ciega y sorda! Acércate más.
NIÑA: (Acercándose). ¡Doña Justa!
PANCHITO: Espera, creo saber cuál es el problema. (Va hacia doña Justa y le quita unos audífonos casi imperceptibles que lleva puestos).
DOÑA JUSTA: (Asustándose, sobresaltada). ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Quién está ahí? (Tantea con las manos y toca a la niña, dándose cuenta de su presencia, y sin detectar a Panchito).
NIÑA: Disculpe, no era mi intención, yo solo quería hablar con usted…
DOÑA JUSTA: ¡Niña, qué susto me diste! ¿Vienes sola?
NIÑA: No…, digo, sí.
DOÑA JUSTA: Pero qué irresponsabilidad la de los padres de hoy en día. ¿Cómo es posible? Vamos a tener que aprobar una ley para padres descuidados… Si, eso me parece buena idea…
PANCHITO: ¡Háblale!
NIÑA: ¿Qué le digo?
PANCHITO: ¡Explícale a qué has venido!
NIÑA: Verá, yo quería hablar con usted porque resulta que está sucediendo una injusticia.
DOÑA JUSTA: ¿Una injusticia dices? ¿De qué se trata?
NIÑA: De Francisco, el niño que la señora Ana está buscando.
DOÑA JUSTA: ¿Sabes dónde está?
NIÑA: Está con el señor Topolino.
DONA JUSTA: ¿Señor Topolino?
NIÑA: Sí, es el tío de los amigos de Francisco. Están haciendo trabajo de circo en la calle para ganar dinero.
DOÑA JUSTA: ¿Cómo? ¡Eso es ilegal! ¿Ese señor no sabe que puede recaer en el todo el peso de la ley? (Pausa). ¿Y quién le consiguió el permiso?
NIÑA: Yo sé quién se lo dio, doña Justa.
(Entra el policía. La niña se intimida).
POLICÍA: Vengo a informarle que estoy trabajando duro para encontrar el niño Francisco.
DOÑA JUSTA: Llega en el momento justo, porque aquí la niña presente me ha dicho que Francisco está con el señor Topolino, trabajando de cirquero en las esquinas de la ciudad.
POLICÍA: ¿Cómo? ¡Eso no puede ser!
DOÑA JUSTA: Y hay más…
POLICÍA: ¡¿Más?!
DOÑA JUSTA: La niña dice que sabe quien le dio el permiso.
POLICÍA: ¿Cómo?
DOÑA JUSTA: Y ahora mismo nos lo va a decir. Vamos, niña, ¿quién le dio el permiso al señor Topolino?
NIÑA: (Sin saber qué hacer, temerosa, viendo al policía). Yo…, yo…, este…
PANCHITO: ¡Dilo, dilo, no le tengas miedo al policía!
NIÑA: (Canción de la indecisión. Al finalizar la canción, la niña acusa al policía). ¡Es él, el bribón que amparándose en su uniforme de papel y bambalinas le dio permiso a Topolino para que hiciera circo en las esquinas!
DOÑA JUSTA: ¿Quéeeeeeee?
POLICÍA: ¡Eso es un invento de esta niña! ¡Es una calumnia!
DOÑA JUSTA: ¡Eso no es posible! ¡Este policía es de mi entera confianza!
POLICÍA: Por supuesto, doña Justa, ¿no va creerle, verdad? Es una niña que no sabe lo que dice.
NIÑA: (Dirigiéndose a Panchito). ¿Cómo hago para que me crea?
PANCHITO: No me hables directamente, ¿no ves que ellos no pueden verme?
POLICÍA: ¿Con quién hablas, niña?
NIÑA: Hablo con Panchito. Es un ángel que vino a ayudarme.
DOÑA JUSTA: ¿Un ángel? ¿Y dónde está?
NIÑA: Está a mi lado, pero el policía no lo puede ver…
POLICÍA: Ah, no, lo siento, niña, pero voy a tener que llevarte a tu casa… Ven, acompáñame, corazoncito…
DOÑA JUSTA: Sí, mi niña, creo que será mejor. Indícale al agente dónde está tu casa para que él te lleve.
NIÑA: Tiene que creerme, doña Justa, ¡le estoy diciendo la verdad!
POLICÍA: Tranquila, hija. Vamos. (La saca. Panchito se queda).
DOÑA JUSTA: (Moviendo la cabeza en sentido negativo). ¡Pobre niña! La notaba tan sincera, como si creyera todo lo que decía.
PANCHITO: (Entra corriendo). ¡Es cierto, doña Justa, lo que la niña le dijo es cierto!
DONA JUSTA: (Moviendo la cabeza, tratando de ubicar la voz de Panchito). ¿Y ahora quién eres tú?
PANCHITO: ¡Un amigo de Francisco! ¡Y le digo que es cierto todo lo que la niña dijo!
DOÑA JUSTA: A ver, ¿y cómo me compruebas eso que me dices?
PANCHITO: La verdad es que no puedo comprobarlo.
DOÑA JUSTA: ¿Y por qué habría de creerle a la niña?
PANCHITO: ¡Porque usted es justa! Por lo menos deje un margen de duda. Es más, usted está en todo el deber de verificarlo.
DOÑA JUSTA: ¡Estos niños de hoy en día! ¡Ay, mi madre! Creo que tienes razón, pero no veo como…
PANCHITO: ¡Es muy fácil! Podemos ir a la esquina del supermercado y usted podrá verlo y comprobarlo.
DOÑA JUSTA: (Ríe). Te olvidas de un pequeño detalle, ¿no ves que soy ciega?
PANCHITO: Eso no es problema, usted no ve porque no quiere. (Se acerca y le quita la venda). ¡Ya está! ¡Ahora puede ver!
DOÑA JUSTA: ¡Niño atrevido!
PANCHITO: No quiero contrariarla, pero dígame, ¿cómo puede ser justa si no quiere ver lo que pasa a su alrededor?
DOÑA JUSTA: Para eso tengo un eficiente sistema de vigilancia a mi alrededor, gente que trabaja para mí y que me lo cuenta todo.
PANCHITO: No lo entiendo
DOÑA JUSTA: Ya lo entenderás, Esto es cosa de adultos.
PANCHITO: (Arrodillado). ¡Solo por esta vez, se lo ruego!
DOÑA JUSTA: ¡Está bien!
Vamos. (Salen).
ESCENA XVI
(Vemos pasar al policía, llevando a la niña agarrada por una oreja).
POLICÍA: ¿Conque me ibas a delatar, eh? ¡Vamos, camina! (La niña se suelta y corre. El policía sale tras ella. Entran los niños y el señor Topolino).
SEÑOR TOPOLINO: Vamos todos a trabajar. (Se repite las acciones).
NIÑO 1: ¡Señoraaaas y señoreeees…! ¡Chóferes y transeúntes…!
NIÑO II: ¡Con mucho cariño hemos convertido el asfalto en escenario!
FRANCISCO: ¡Para brindarles a ustedes la magia del teatro en la calle!
NIÑO: (Alertando a los demás). ¡Semáforo en rojo! ¡Semáforo en rojo! ¡Empiecen!
(Suena música. Realizan un número, uno de los niños emprende la acción de pedirle dinero al público. Al finalizar la acción entra el policía).
POLICÍA: ¡Ajáaaaaaa! ¡Por fin los encuentro!
SR. TOPOLINO: ¡Señor policía, qué gusto verlo!
POLICÍA: ¡Sin hipocresías, por favor!
SR. TOPOLINO: No son hipocresías, son realidades…
POLICÍA: ¡Al grano! ¡Quiero mi pago!
SR. TOPOLINO: ¡Qué pena! No nos hemos ganado gran cosa, el día ha estado muy duro y…
POLICÍA: ¡No quiero oír más! ¡O me paga o vamos a tener problemas!
SR TOPOLINO: ¡No se altere! Podemos solucionar, no hace falta tanta agresividad.
POLICÍA: Tiene razón, podemos llegar a un acuerdo. ¡Usted me dará lo que tenga y yo lo dejo en paz, pero eso sí, usted no me conoce, ¡nunca me ha visto! ¡Nunca!
SR. TOPOLINO. ¡Trato hecho! (Saca el dinero y se lo entrega). Aquí tiene.
POLICÍA: Ahora recoge sus peroles y calabaza calabaza, cada quien para su casa.
SR. TOPOLINO: Okey, como no, si es así por las buenas…
POLICÍA: Y me voy, ¡y ni siquiera me mire cuando me vaya! (Va a salir rápidamente, pero observa a alguien que viene y se regresa rapidito) ¡Ah…es ella! ¡Y viene para acá!
SR TOPOLINO: ¿Quién viene?
POLICÍA: ¡Ella, doña Justa, y trae cara de pocos amigos!
SR. TOPOLINO: ¡Estamos en problemas!
POLICÍA: (Amenazándolo). ¿Cómo que estamos? ¿Usted se volvió loco?
SR. TOPOLINO: (Corrigiendo). ¡Estoy en problemas…!
POLICÍA: ¡Ya sabe, usted no me ha visto por aquí!
SR TOPOLINO: ¡Sí, claro, no se preocupe! (Reza). Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. (Va saliendo y tropieza con el abuelo y la niña).
ABUELO: (Al policía). ¿A dónde va tan de prisa?
NIÑA: ¡Así que huyéndole a la justicia!
POLICÍA: (Tratando de escabullirse, viendo hacia todos lados buscando cuál camino coger). ¡Señores, ha sido un placer haberlos saludado en este día tan maravilloso!
(Entra doña Justa en compañía de Panchito. Doña Justa tropieza con el policía).
POLICÍA: ¡Qué casualidad, doña Justa, iba a buscarla para…!
DOÑA JUSTA: ¡Me imagino que para aclarar su situación!
POLICÍA: Sí, claro… (Asombrado al verle los ojos). ¡Doña Justa, caramba, se ha quitado usted la venda!
DOÑA JUSTA: Sí, es para verte mejor… las sinvergüenzuras de cierta gente.
NIÑA: (Emocionada). ¡Panchito, qué bueno que lograste traerla!
ABUELO: ¿Panchito? ¿Quién es Panchito?
NIÑA: Abuelo, es una larga historia que algún día te la contaré.
DOÑA JUSTA: Panchito es el niño que… (buscándolo con la mirada), ¿dónde se metió… ¡Estos niños de hoy en día! ¡Aparecen y desaparecen!
(Hacemos una detención breve para que entre la mamá de Panchito).
MAMÁ: ¡Hijo, estás aquí! ¡Qué susto me diste!
PANCHITO: ¡Mamá, mira!
MAMÁ: ¿Qué travesura hiciste ahora?
PANCHITO: ¡Ninguna, mamá, te lo aseguro!
MAMÁ: ¿Por qué será que no te creo?
PANCHITO: Bueno, no fue exactamente una travesura, sino… ¡Mira! (Señala a la escena). Yo solo quería ayudar a los amigos de Francisco.
MAMÁ: ¡Hijo, siempre te sales con las tuyas!
PANCHITO: ¡Veamos que pasa!
(Volvemos a la escena).
SR TOPOLINO: Bueno, ha sido un placer. Yo me retiro (Saliendo).
ABUELO: (Tomándolo por la camisa). ¡Qué descortés es usted! ¿No se da cuenta que doña Justa quiere hablarle?
DOÑA JUSTA: Así que usted es Topolino…
SR. TOPOLINO: (Dándole la mano). Sí, soy yo, qué gusto conocerla.
DOÑA JUSTA: El gusto es mío. A ver, dígame… ¿usted no sabe que en
SR. TOPOLINO: Si lo sé. Lo que pasa es que, bueno, usted sabe, esto y lo otro, que sí que no, de allá, de acá, suponiendo que más o menos…
DOÑA JUSTA: ¡Suponiendo nada, lo que usted hace es muy grave!
SR. TOPOLINO: Ellos son mis sobrinos y tengo el permiso de su mamá, bueno no de la mamá de usted, sino de la mamá de ellos.
DOÑA JUSTA: El problema no es ese. El problema es que usted esta infringiendo una ley y coartando los derechos de estos niños.
SR TOPOLINO: Doñita Justica, apiádese de mí, soy un ciudadano muy desafortunado…, mire, no tengo trabajo fijo…, no tengo quien me dé nada y tengo que rebuscarme…
DOÑA JUSTA: Yo lo siento, pero tengo que cumplir con mi obligación. (Pausa). Eso sí, puedo ser un poco menos severa si usted me dice quién le dio el permiso para realizar estas acciones aquí en el municipio.
POLICÍA: (Rezando y temblando). Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día ni que de esto se entere mi tía ni el bodeguero que me fía.
SR. TOPOLINO: (Indeciso). Prometí no decírselo a nadie.
DOÑA JUSTA: (Persuasiva). Señor Topolino, su falta es grave, pero más grave aún es la de la persona que le dio el permiso. ¡Dígame de una vez, quién fue!
POLICÍA: (Rezando). Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día cuando todo se me enfría aunque insista en mi porfía…
DOÑA JUSTA: Digamos, señor Topolino, que si con usted puedo ser un poco flexible… con él no (señalando al policía).
POLICÍA: (Rezando) Ángel de mi guardia, dulce compañía, yo sabía que esto se venía, que no me agarren en esta manía.
NIÑO 1: ¡Dígaselo, tío!
NIÑO 2: ¡Si no se lo dice usted, se lo diremos nosotros!
NIÑO 1: Le diremos que nos extorsionó, que usted tuvo que pagarle…
NIÑO 2: Y que además dijo que él hacía eso porque doña Justa era su amiga.
NIÑO1: Y como ella tenía los ojos vendados, él podía engañarla.
POLICÍA: (Alterado). ¡Niños mentirosos, yo jamás dije eso!
DOÑA JUSTA: (Dirigiéndose al policía). ¿Así que fue usted?
SR. TOPOLINO: Si, doña Justa, fue él.
POLICÍA: (Nervioso, incómodo). Este yo…, bueno, quien sabe, se han visto casos, yo, este…, pues, en fin…
DOÑA JUSTA: (Molesta). ¿Cómo se atrevió a infringir la ley de esa manera, cuando se supone que usted está para cumplirla y hacerla cumplir?
POLICÍA: (Llorando). Le juro que yo no quería, pero...
DOÑA JUSTA: No quiero oír más… Debo inmediatamente empezar a trabajar en una ley de la ética policial, sí, eso voy a hacer inmediatamente porque un policía debe ser…deber ser… (Canción del policía. Todos se involucran)
Policía, buen
amigo,
un amigo debes ser,
caballeroso y cortés,
honesto y sencillo.
Policía, un amigo
debes ser,
porque tu lindo
oficio
requiere de bondad
y mucho sacrificio.
Policía, un amigo
debes ser,
ejemplo para los
niños,
honrado y
trabajador,
no pícaro y estafador
Policía, un amigo
debes ser,
cuida que no vuelvas a caer
en infringir la
ley
que debes defender.
POLICIA: ¡Le juro que no lo volveré a hacer!
DOÑA JUSTA: (Tomándolo por el brazo). Ahora le pedirás perdón a esta linda jovencita por haberla tratado de mentirosa.
POLICÍA: (Arrodillado). Perdóneme, linda damita, usted tenía razón, ¡el pícaro soy yo!
NIÑA: Ya, levántese, por favor. Su rectificación es la mejor manera de pedir perdón.
POLICÍA: ¡Estoy tan avergonzado!
DOÑA JUSTA: Como comprenderás, mereces una reprimenda.
POLICÍA: ¡Que caiga sobre mí todo el peso de la ley!
DOÑA JUSTA: (Dirigiéndose al público). A ver, ¿qué castigo puedo darle a este ciudadano para que no vuelva a cometer semejante error? (Espera alguna respuesta del público).
DOÑA JUSTA: Me parece que sería muy beneficioso para él.
DON TOPOLINO: Con permiso…, yo me retiro.
ABUELO: No tan rápido, tío.
DOÑA JUSTA: Bueno, señor Topolino, usted se va, pero conmigo.
SR. TOPOLINO: Pero yo colaboré, no me pueden acusar de nada…
DOÑA JUSTA: Igual debe responder ante la ley…
SR. TOPOLINO: ¡Ay, no sea tan malita, se lo suplico!
DOÑA JUSTA: (Preguntando a los niños). ¿Qué castigo podemos darle a este señor? (Espera participación de los niños y finalmente dice): Ya sé cuál será su castigo (dirigiéndose a la niña). Muchas gracias, preciosa. Ahora me tengo que llevar a estos dos. (Va saliendo. Hacemos un stop para la intervención de Panchito).
PANCHITO: (Acercándose a la niña y dándole la venda). Toma, entrégale la venda a doña Justa.
NIÑA: Doña Justa, tome su venda.
DOÑA JUSTA: Esa ya no la usaré más. Ahora usaré ésta (saca una venda que muestra unos ojos abiertos) para estar más atenta. ¡Vamos! (Sale).
(Mientras doña Justa sale, todos los personajes se concentran en decirle adiós. Francisco camina hacia el proscenio. Se oye el ruido de un carro que acelera. Luces. Se oye voz en off de la mamá llamando a Francisco).
MAMÁ: ¡Panchitooooo, hijo! ¿Dónde estás?
FRANCISCO: (Al oír la voz de su madre). ¡Es mamá! ¡Mamáaaa! (Corre hacia ella. Para esta escena se sugiere movimientos de cámara lenta, con la intervención de una luz especial. Se oye el carro que acelera).
PANCHITO: ¡Cuidado! (Corre hacia Francisco y lo hala hacia atrás. Se oye el frenazo del carro. Luz).
MAMÁ: (Entra por el proscenio). ¡Hijo, estás aquí! (Se abrazan).
PANCHITO: ¡Justo a tiempo!
MAMÁ: ¡Qué descuido!
PANCHITO: ¡Estuvimos cerca!
MAMÁ: Bueno, Panchito, tenemos que regresar.
PANCHITO: Mamá...
MAMÁ: Nada de mamá. Debemos estar en el cielo para la noche de Navidad.
PANCHITO: Esté bien, pero déjame despedirme de mi amiga. (Se dirige a la niña y la toma de la mano). Debo regresar, amiguita.
NIÑA: Gracias, Panchito, por ayudarme.
PANCHITO: No hay por qué.
MAMÁ: ¡Panchitoooo, tenemos que irnos!
PANCHITO: (Dándole un beso a la niña). ¡Adiós! (Luces. Humo. Salen).
FRANCISCO: Mamá, ellos son mis amigos. Me cuidaron mucho.
MAMÁ: Gracias por cuidar a mi hijo. Vamos, Francisco, pronto anochecerá y será Navidad.
FRANCISCO: Podemos llevarlos a casa. No tienen a dónde ir…
MAMÁ: ¿Y su tío, el Sr. Picarito?
FRANCISCO: Después te cuento. ¿Pueden ir, mamá?
MAMÁ: (Dudando un poco). Está bien, hijo, donde come uno comen dos, vamos. (Salen).
ABUELO: (Dirigiéndose al público). Estimado público, esta historia llegó a su final. Cada cosa en su lugar, y como verán, la ficción venció a la realidad.
NIÑA: ¿Y cuándo será al contrario, abuelo?
ABUELO: ¿Cómo dices, niña?
NIÑA: Que cuándo será que la realidad pueda vencer a la ficción…
ABUELO: Bueno, este… (dirigiéndose al público), bueno, cuando el…, ella…, este y también aquel, tu y yo..., es decir, nosotros…, vosotros, ellos…, paranpanpín, paranpanpán, todos pongamos un poquito de nuestra parte para hacer de nuestro país el mejor del mundo.
NIÑA: Tienes razón, abuelo. Yo voy a poner de mi parte, ¿y tú?
ABUELO: ¡Yo también, por supuesto!
LOS DOS: (Dirigiéndose al público). ¿Y ustedes?
NIÑA: ¡Abuelo!
ABUELO: ¿Qué?
NIÑA: ¿Qué pasaría con nuestros amigos?
ABUELO: No sé, ya el cuento terminó.
NIÑA: ¿Y si vamos a ver qué pasó? (Sale corriendo).
ABUELO: ¿A dónde vas? ¡Espera! (Sale apurado detrás de ella).
(Suena música de Navidad. Entran los niños, cada uno con un objeto del pesebre. La mamá de Panchito hace de María. El policía aparece como José. El niño Jesús puede ser un bebecito de verdad, o uno de yeso. El ángel será Panchito, que bajará del cielo. La madre trae hallacas y pan de jamón en trocitos que entre todos repartirán entre los espectadores. La siguiente canción la cantan todos los personajes).
Navidad…
Navidad,
época
de felicidad,
para
abrirle el corazón
a la solidaridad.
En
la Navidad
no
todo es amor y paz,
hay
hombres y mujeres
que sufriendo están.
Alcemos
nuestra voz,
cantemos
por la paz
para
que nuestros niños
hereden
un mundo mejor
y no lo pierdan jamás.
FIN
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