MI HERMANITO NO SABE
LO QUE SIGNIFICA LA CULPA
I
Ayer en
la nochecita,
como a
veinte para las siete,
sentado
en mi tapete,
con mi
hermano Juan Ramón,
reunidos
en la sala,
peleábamos
de puro gusto
viendo
el juego de beisbol.
II
Ya
terminando el octavo,
conectaron
un fleicito
que
puso las bases llenas
y mi
corazón a millón.
Aun sin
reponerme
vino
otro jugador
que dio
tremendo batazo
y la
sacó de jonrón
y mi
hermano Juan Ramón reía
y me
decía con voz chocante:
-¡Mira,
Juan Isidro,
este
año los Leones
tienen
cara de campeones!
III
Ya
empieza el noveno inning
y mi
equipo aún no arranca,
va
perdiendo hasta la gorra
y el
regreso pa’ la casa,
cuando
en el terreno de juego
se
presenta tremenda tángana
que da
pie a receso
y a una
nueva hermanada.
Esta
vez me voy calentando
y sin
dejarlo decir palabra
lo miro
fríamente: ¡Juan Ramón,
mantén
la boca cerrada,
que
magallanero caliente
es más
peligroso
que
mono con navaja!
IV
La mamá
de Juan lo envía a un mandado
y el
bodeguero distraído con el juego
le da
vuelto veinte bolívares de más,
y viene
el dilema si los devuelve o no,
pero
como buen fanático del deporte
y de
las buenas y sanas costumbres
finalmente
lo entrega y se siente bien,
¡no
importa quien gane!
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MUJERES DE LA TIERRA
I
Mujer, no esperes que te
traigan flores
¡Planta un jardín donde
florezcan trinitarias,
cayenas, lirios.
Serás color, aroma,
dulce néctar,
Picotear de colibríes…
Mujer, no te desveles
esperando las serenatas que
nunca llegan.
Deja templar tu alma,
ella sabrá encontrar su propia música,
y cuando la encuentres…
¡Canta¡ ¡Canta!
¡Libre como los pájaros!
Sin rimas, ni melodías,
ni partituras.
Con un trinar de vuelo alto
y ala de colores.
Mujer, no esperes al poeta,
sé tú la poesía.
No esperes al dramaturgo,
sé tú la guionista.
Mujer, ya es tu hora,
escribe tu propia historia…
II
Están despertando las hijas
de la tierra
como flores al amanecer.
Están despertando los sueños.
están despertando los
pájaros.
En lo profundo del vientre
de la madre,
enterradas, ¡dormían! ¡dormían!
Con sus cabelleras enredadas
en el subconsciente del
padre-madre-universo.
Dormían el sueño profundo de
la sombra
mientras construían
un mundo de amor,
del palpitar del corazón,
de la mirada limpia y
transparente,
de los ojos llenos de
ternura,
de la compasión por el
hermano,
mientras tejían los
chinchorros
las hijas de la tierra,
¡despiertas dormían!
Tejían el gran puente por
donde han de pasar
los hombres nuevos!
¡Moribundos vienen!
¡Sedientos de vida vienen!
¡Cansados de muerte vienen!
¡Con hambre de espíritu
vienen!
A reconstruirse en el
espacio
donde todo pertenece.
Allí en el planeta verde
esmeralda
que ellas cocreaban mientras
dormían.
¡Que renazcan los ríos!
¡Agua dulce para el corazón!
¡El espíritu se impuso al
material!
¡La luz a la sombra!
¡Terminó la vigilia ¡
¡El momento ya llegó!
¡El tiempo es ahora!
El mundo que soñaron las
hijas de la tierra
ya está aquí entre nosotros,
sin competencias, miedos,
culpas, juzgamientos, matanzas…
Es un mundo para la música,
la poesía, la danza, el arte,
para nuestra cultura
originaria.
Ya no más vergüenzas
por habernos rendirnos ante
la fuerza del cañón,
ante los dioses de caballos
y armaduras,
ante espejos falsos llenos
de codicia,
¡ya no más!
El perdón se impuso al dolor.
¡Vengan abuelos, abuelas
vengan!
¡La resistencia terminó!
¡Tráigannos nuestras lenguas
ancestrales!
¡Despierten el sol con sus
maracas,
con sus danzas, con sus
cantos!
Medicina para las heridas
que aún sangran,
medicina para que
florezca el gran espíritu.
Vengan abuelos, abuelas,
enciendan otra vez el fuego,
dancemos alrededor del círculo,
que las hijas de la tierra
hemos resistido,
brotamos desde el fondo como
agua de manantial.
¡Nuestras raíces bien
ancladas a la madre tierra!
¡Nuestros brazos abiertos al
padre cielo,
abandonadas a la nada para
volver a las estrellas,
erguidas como árboles,
nuestras hojas al vaivén del
viento danzan.
¡Las hijas de la tierra en círculo
renacemos
para la libertad, para la paz,
para la vida, para la
frecuencia
más elevada que expande,
que trasmuta, que perdona,
que devuelve el aletear de
mariposa al corazón.
¡El amor!
III
Arriba el telón,
que suenen los timbres,
que entre el público.
Liberada, renacida,
maquillada estoy de vida,
ramas son mis brazos,
orquídea que se abre mi
corazón
en el centro del escenario,
descubriéndome a mí misma
en este acto único que es la
vida,
conectada a este ser vivo
que yo soy.
LA
NIÑA HERMOSA CON SU BEBÉ
I
Allá
va la niña hermosa,
caminando
bajo el sol.
Lleva
en sus brazos al niño
que
de su vientre brotó.
II
Ya
no hay sonrisa en sus labios,
ni
candidez en su rostro.
De
tanto sueño perdido
ni
los ojos se le ven.
III
Tan
bonita que se veía,
con
sus trencitas de antier,
navegando
con la lluvia
en
un barco de papel.
IV
¡Ay,
qué triste se ve la niña,
amamantando
a su bebé!
Dos
lágrimas solas ruedan
por
los recuerdos de ayer.
V
Cuánto
dolor en su alma,
cuánta
ternura también,
cuántos
sueños truncados,
cuánta
esperanza a la vez.
VI
Qué
triste se ve la niña,
creciendo
y criando también.
Y
para colmo de males
hasta
el novio se le fue.
Su
madre no la consuela,
pues
abuela no quería ser.
VI
Allá va la niña hermosa,
arrullando
a su nené,
aprendiendo
antes de tiempo
lo
que duele ser mujer.
Su
amiga de juegos puros
la
abraza con madurez,
toma su mano y dice:
“Mañana por la mañana
saldrá
el sol con brillantez,
quizás
después de la noche
la
luz nos ayude a ver
por
qué cambiamos tan prontamente
las
muñecas por los bebés.
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