EL REY QUE NO CREÍA EN CUENTOS DE HADAS - Obra teatral para niños






Escrita por : Nelly Villegas

 Inspirado en un cuento homónimo de la autora Marie  Farrier

PERSONAJES:

REY

EGO DEL REY

REINA

DONCELLA

PAJE

ADA

MAGO

LUNA

SOL

PERRO

PERRA

NIÑO

NIÑA 

La escenografía está compuesta por tres bastidores rodantes: la entrada del castillo y dos torres que al  unirse conforman inicialmente la fachada de un castillo. Luego, al separarse, dividen el escenario en una torre para el rey, ambientado en color púrpura y con motivos de guerra, y una torre para la reina, ambientada en color dorado con ilustraciones de la naturaleza, así como un telón que cubre en un momento determinado el escenario de un extremo a otro, diseñado con motivos de bosque.

 

ESCENA I

(Se desarrolla en el bosque).

REY: (Llamando). ¡Señora Ada! ¡Señora Ada! Apiádese de mí, por favor aparezca, se lo ruego. (Pausa) ¡Ay, pobre de mí! Si  hubiera tenido un poco de compasión con mi reina (pausa), pero no, tenía que llegar a este extremo para entenderlo todo… y ya es demasiado tarde.

EGO: (Que ha estado mirando al rey). ¡Sí, ese soy yo: el rey que no creía en los cuentos de hadas, es decir el protagonista de esta historia. (Al público). ¡Pero mírenlo bien! ¿Verdad que con esa facha no parezco un rey?  Mucho menos un protagonista. Pero sí, así es, ese soy yo.

REY: Sí, (señalando al Ego). Lamentablemente ese también soy yo, esa parte de mí que nunca he querido, nada más y nada menos que mi ego. ¡No sé cuándo ni cómo se apoderó de mí, hasta hacerse más grande y más fuerte que yo! Si,  irremediablemente ese también soy yo.

EGO: (Burlón).  ¡Así es, estimadísimo público, yo soy ese… y ese soy yo!

REY: Sobran las explicaciones, ¿no crees?

EGO: Y no creas que  estoy muy contento por eso. ¡Eres esa parte de mí que detesto! ¡Siempre comprensivo, bondadoso!

REY: ¡Cállate, no tienes derecho a decir nada! ¡Es tu culpa! ¡No supiste descifrar el lenguaje del corazón!

EGO: ¿Y quién te dijo que un rey como yo tiene corazón?

REY: ¿Y lo peor?

EGO: ¿Peor?

REY: ¡Creaste esta coraza tan pesada que apenas puedo con ella!

EGO: ¿Te refieres a mi traje de guerrero? Cada insignia es una victoria, una batalla ganada.

REY: ¡Cambiaría todas esas victorias por la sonrisa de mí reina!

EGO: ¡Ya no te quejes tanto! (Burlándose). ¿Y qué tal si te convirtieras, por ejemplo, en el primer rey que, triste y compungido, en un bosque solitario fue transformado en hada?

REY: ¡Déjate de ironías! ¡Respeta mi dolor!

EGO: ¡No son ironías! (Señalando la escenografía). ¿Acaso no es esta la cascada mágica? ¿Acaso no es este  el bosque encantado?

REY: ¡Ya basta! ¿No entiendes que por tu culpa se muere la reina?

EGO: ¿Por mí culpa? (Arrodillándose). ¡Por mí culpa! ¡Por mí  culpa..., por mí gran culpa!

REY: ¡Por tu terquedad!

EGO ¡¿Mí  terquedad?! ¡Qué calumnia!

REY:  (Molesto). ¡Ya, déjame solo y vete al infierno!

EGO: (Burlón). Querrás decir: ¡Vayámonos al infierno!

REY: ¡Si tan solo pudiera salvar  a mí reina!

EGO: ¡La reina! ¡La reina!... ¡Ni la nombres! Todo comenzó con la reina…, la reina y su manía. Todo había resultado perfecto, un noviazgo perfecto, una herencia perfecta, hasta que llego el día de la boda.

REY: ¡No  me lo recuerdes!

EGO: ¡Sí, así es! ¡Todo empezó el bendito  día de la boda! (Transición).

LOS DOS: ¡Entonces he aquí el día de la boda! (El Ego sale).

 

ESCENA II

(Cambia la escenografía. Desaparece el bosque y queda en su lugar la fachada del castillo. Se abre una ventana que servirá de teatrino. Suena música nupcial. Sale el títere anunciador).

ANUNCIADOR: ¡Atención! ¡Atención! Distinguidos invitados a la boda real: está haciendo su entrada la reina y legítima heredera del trono de Islandia, ¡su majestad Virginia I, quien es conducida al altar por su amadísimo padre! (Sale la reina títere vestida de novia). ¡A continuación hace su entrada el excelentísimo rey de Islandia, Alejandrino III! (Sale rey títere).

TÍTERE ANUNCIADOR: Su majestad Virginia I, ¿acepta usted por esposo a Alejandrino III?

TÍTERE REINA: ¡Sí, acepto!

TÍTERE ANUNCIADOR: Su majestad alejandrino III, ¿acepta usted por esposa a Virginia I?

TÍTERE REY: ¡Sí, acepto!

TÍTERE ANUNCIADOR: Por el poder que me confieren los mandatos de Islandia los declaro desposados por los siglos de los siglos. Puede levantar el velo y besar a la  novia. (Suena música. Fiesta en el teatrino. Al finalizar la música salen el rey y la reina vestida de novia con un ramo de flores en la mano).

EGO: (Subiéndole el velo). ¡Mi reina, eres más linda de lo que imaginé!

REINA: ¡Y tú más hermoso que como te mostró el hada de la vida en la cascada  mágica!

EGO: (Reaccionando). ¿Qué has dicho? ¿El hada de la vida? ¿Cascada mágica?

REINA: Sí, su hogar está más allá de los mares y de los cielos.

EGO: ¡Pero esto es insólito! ¿Cómo un guerrero como yo pude haberme casado con una mujer que cree en los cuentos de hadas?

REINA: ¡Pero es cierto, las hadas existen! Viven en el corazón de los humanos, nos acompañan siempre y vienen a nosotros cuando las necesitamos.

EGO: (Molesto). ¿De modo que tú crees en las hadas y en todos esos cuentos?

REINA: ¡Sí, mi rey!

EGO: ¡Pues, a partir de ahora te lo prohíbo!

REINA: Con todo respeto, mi señor, eso que me pide es imposible.

EGO: ¿Cómo?

REINA: Desde niña me acompañan las hadas, siempre las he amado.

EGO: ¡Si hubiese sabido que tú creías en los cuentos de hadas no me hubiera casado contigo!

REINA: (Reaccionando). ¡Yo tampoco si hubiese sabido que usted no creía en ellas!

EGO: ¡Pues, mandaré a buscar al sacerdote para que disuelva este matrimonio! ¡Inmediatamente! (Gritando).  ¡Paje…, paje! 

PAJE: (Entra corriendo). ¿Qué ocurre, mi rey?

EGO: (Gritando). ¡Ve a buscar al sacerdote del reino para que disuelva el matrimonio entre esta mujer y yo! ¡Ve inmediatamente!

PAJE: Con todo respeto mi rey, eso es imposible.

EGO: ¡Cómo te atreves a contrariarme!

PAJE: (Con timidez). Mi rey, tengo que decirle algo.

EGO: ¿Qué?

PAJE: En la época en que ocurre este cuento aún no existe el divorcio.

EGO: Pues, pues… ¡invéntalo! ¡Y fuera de mi vista! (Molesto, dándole la espalda a la reina). ¡Y en cuanto a ti,  solo volveré a mirar tu rostro cuando dejes de creer en tales tonterías! (Sale).

REINA: ¡Espere! (Sale).

REY: (Cruzando el escenario). ¡Aquí, señoras y señores, comienza el cuento! 

EGO: (Regresándose). ¿Qué haces aquí? ¡Fuera!

REY: ¿Creías que me iba a quedar llorando en la última escena? ¡Yo también soy el protagonista de este  cuento!  ¡Luces, silencio, acción! (El Ego lo saca del escenario).

TÍTERE ANUNCIADOR: ¡Atención! ¡Atención! Por orden de su majestad el rey Alejandrino III, a partir de hoy en el reino de Islandia se prohíbe terminantemente creer en las hadas… y todos esos cuentos. A quien crea en ellos se le deberá dar la espalda inmediatamente. La pena por violar este edicto será el destierro. ¡Comuníquese y publíquese!

 

ESCENA III

 (Aparecen el Sol y la Luna. Juegan).

LUNA: Me gusta  tanto cuando llega la tarde porque así puedo ver los destellos de luces multicolores que se desprenden de tus ojos.

SOL: Oh, amada Luna, solo espero que aparezca la noche para contemplar tu rostro iluminando el mundo.

LUNA: Mí querido Sol, te confieso que yo también disfruto hasta el delirio cuando llega la noche.

SOL: ¿Tú? ¿Y por qué?

LUNA: Porque en la noche se desatan las hadas y los duendes y van a enamorar el corazón de los hombres. ¿Te imaginas cuántos romances provocan esos duendecillos?

SOL: Pero… ¿qué estás diciendo? ¿Tú crees en los cuentos de hadas?                      

LUNA: Dejaría de llamarme Luna si no lo hiciera.

SOL: ¡A partir de hoy solo te veré de lejos en cada  amanecer! ¡Chao! (Le da la espalda).

LUNA: ¡Espera! ¡Escúchame!                                                           

SOL: ¡Solo podré hacerlo cuando cambies de idea! ¡Lo siento, amada mía, adiós! (Sale).

 

ESCENA IV

(Entra pareja de perros. Juegan).

PERRA: Tengo que decirte algo.

PERRO: ¿Qué? ¿Se acabó la perrarina?

PERRA: No..., tú sabes que también como sardinas.

PERRO: ¿Quieres que te lleve al cine a ver una película de Lassie?

PERRA: No, esa película está pasada de moda.

PERRO: ¿Entonces?

PERRA: (Emocionada). ¡Estoy..., estoy esperando un perrito!

PERRO: ¿Un perrito? ¡Ay, mi perrireina!

PERRA: Si es perrita se llamará Hada...

PERRO: (Interrumpiendo). ¡¿Qué?! ¡Ningún cachorro mío se llamará Hada!

PERRA: ¡Es un nombre tan bonito!

PERRA: ¡¿Qué quieres?! ¿Que nos conviertan en pincho real? (Discuten y pelean con ladridos. Al final la perra sale llorando, el perro detrás).

ESCENA V

REY: ¡Sí, así era! Mi palacio se convirtió en un extraño reino donde hombres y mujeres se daban la espalda, también las flores y los animales. (Se asoman los títeres por el teatrino).

TODOS: ¿Y por qué?

REY: Porque el rey y la reina lo hacían.

TODOS: ¿Y por qué la reina y el rey lo hacían?

REY: ¡Porque la reina creía en los cuentos de hadas y yo no!

TODOS; ¡Aaaaaahh!

REY: Lo cierto era que mi castillo estaba dividido en dos, como si un gigante lo hubiera cortado por la mitad. (Cambio de escenografía. La fachada del castillo se divide en tres. Al centro quedará la entrada del castillo. A un lado la torre del rey,  al otro lado la torre de la reina). Las mujeres que apoyaban las ideas de la reina y los hombres que me apoyaban a mí, el lado norte daba a las montañas, los bosques y desiertos; el lado sur daba al sol, a las cascadas y al mar. Y las dos torres, una para vigilar a los enemigos, la otra para contemplar las estrellas… ¿Y el comedor? En el lado rojo del rey yo disfrutaba toda clase de comidas saturadas de grasas,  muchas salsas y picantes, al son de trompetas y cañones.

 

ESCENA VI

(Música. Entra el paje, coloca mesa repleta de comida donde sobresale un pollo horneado. Entra el Ego Rey. Canta).

I

La comida es un placer

que vivo con emoción,

ella me convierte en un rey

tan fuerte como un león. 

II

A mis enemigos venceré,

todos espantados huirán,

y cuando termine con ellos

sobre sus espaldas me sentaré

y felizmente comeré.


III

Viva la guerra,

donde todo es vibración,

los gritos, el humo,

el ruido del cañón,

el fuego todo quemando,

los caballos relinchando,

y yo, mis hamburguesas saboreando...

 

IV

¡Comer, comer, comer! ¡Qué placer!

Carnes, muchas carnes,

salsas, muchas salsas,

jamón y salchichón,

arepas calientitas, con mantequilla y chicharrón...

Pollo asado, cordero sancochado y pollo horneado.

 

(Con esta última estrofa se lanza sobre el pollo, éste –atemorizado- saldrá corriendo de escena. Esto pudiera hacerse con hilos de náilon. El rey trata de atraparlo. Juego de luces para la acción del rey persiguiendo al pollo).

EGO: (Alterado). ¿Quién me roba mi pollo? ¡Devuélvanme mí polloooo! (Sale).

REY: (Que estará de observador).  Y en el lado dorado de la reina se saboreaban frutas frescas, con sus doncellas que cantaban músicas celestiales.

 

ESCENA VII

(Entra la reina, seguida de la doncella, quien adorna la mesa con muchas frutas).

DONCELLA: ¿La canción de siempre, mi señora?

REINA: Sí, por favor. (Cantan).

I

Al compás de la luna llena

salen las hadas a pasear,

construyen lindos sueños

en un mundo de cristal.

II

Una noche muy serena

mi hada me regaló

un morralito dorado

con una estrella y un sol.

III

Con el sol de mi lunita

construí un bosque

con un río y con un mar,

la estrella me la puse en el cabello

y con el mar me fui

por el mundo a navegar.

 

 (Al final de la canción entra el pollo y se coloca en la mesa de la reina).

EGO: (Entra de espaldas a la reina, viene con el paje, quien trae una mesa y la junta con la de la reina). ¡Te exijo que me devuelvas mi  pollo!

REINA: ¡Pero yo…!

EGO: No quiero oír explicaciones, ¡devuélvemelo!

REINA: Te juro que él llegó solito...

EGO: No te creo, devuélvemelo,  es mi pollo y no tienes derecho a quitármelo.

REINA: Estás loco..., tantas guerras te han hecho perder la cabeza...  

(El pollo en la mesa tiembla. Forcejeo entre Ego del Rey y la Reina se cae la mesa. Salen el Ego y la Reina, donde ella y el paje quedan levantando la mesa).

REY: Por eso  en la comida, en la guerra que yo le había declarado a mí reina,  abría una brecha en el castillo y las dos mesas reales se alejaban más y más…

REY: ¿Y el dormitorio real? Si es que a eso se le podía llamar dormitorio. (La doncella y el paje colocan las mesas dentro del marco de la entrada del castillo para formar el lecho real).

EGO: (Entra en piyama. Se dirige al rey, que funge de narrador). Oye, pájaro de mal agüero, ¿es que  piensas estar detrás de mí durante toda la obra?

REY: Solo cumplo con mí trabajo.

EGO: ¿Y se puede saber cuál es tú trabajo?

REY: Reconstruir los hechos tal y como pasaron, y que los espectadores  sepan la verdad.

EGO: ¡Tonterías! Es hora de dormir,  así que… o desapareces de mi vista ya mismo o corres el riesgo de convertirte en rey muerto.  (Lo saca del escenario).

REY: (Asomándose).  ¡Veamos el lecho nupcial!  

 

ESCENA  VIII

(Entra la  reina, preparada para dormir, se dirige para besar al Ego, éste le da la espalda. El Ego se acuesta. Al momento se oyen sus ronquidos, pero luego empieza a gritar).

EGO: ¡¿Preparada, caballería?! ¡Ataquen! (Acción de guerra en la cama, mientras la reina trata de dormir... Se colocan en varias posiciones).

EGO:  (Ríe y habla dormido).  ¡Un enemigo muerto! ¡Dos enemigos muertos! ¡Tres enemigos muertos! ¡Cien enemigos muertos!  ¡Victoria! ¡Victoria! (Cae de la cama. Se levanta, repite la acción. La reina se levanta y se va, llevándose la parte de la cama que le corresponde).

EGO: (Se despierta eufórico. Al notar la ausencia de la reina se pone melancólico). ¡Así nunca tendré el hijo que deseo! ¡Un  hijo! ¡Le enseñaré a  pelear, será el mejor guerrero y luchará contra los enemigo del reino..., como su padre. ¿Pero cuándo? ¿Y cómo? (Sale, llevándose la parte de la cama que le corresponde).

 

ESCENA IX

(Entra por un extremo la doncella de la reina; por el otro extremo el paje del Ego. Ambos caminando de espaldas se encuentran en el centro. Se rozan, se tocan. Corren hacia los extremos para cerciorarse de que no hay nadie. Regresan más rápido de espaldas para luego girar. Juego. Coqueteo).

PAJE: ¡Déjame ver tu rostro, solo un momentito!

DONCELLA.: ¡¿Sabes cuál es el castigo por eso?!

PAJE: Lo sé, y no me importa.

DONCELLA: ¿Y si nos descubren? ¡Sería horrible! ¡Te enviarían al destierro  y no volvería a verte nunca más!

PAJE: Eso no pasará. Todos duermen, anda, déjame ver tu rostro. Desde ese fatídico día de la boda real solo he podido ver tu espalda, y estoy harto de esta situación...

DONCELLA: Está bien, pero solo un poquito. (Van a los extremos, regresan, se voltean, se toman de la mano).

PAJE: ¡Qué linda estás, dame un besito!

DONCELLA: ¿Uno solito?

PAJE: Bueno..., dos solitos... o tres solitos.

DONCELLA: (Coqueta). ¿Tres solitos? Está bien, pero cierra los ojos, que me da pena...

PAJE: (Cierra los ojos). Uuhhmm…

DONCELLA: Uuhhmm… (Cuando están a punto de besarse entra la reina).

DONCELLA: (Gritando). ¡Ay, un ratón! ¡Un ratón!

REINA: (Grita y corre). ¡Ay! ¡Auxilio!... ¡Socorro!

PAJE: (Desenvainando la espada). ¿Dónde? ¡No se preocupen, aquí estoy yo para defenderlas del enemigo!  ¡Sal de tu escondite, roedor miserable! ¡¿Cómo has osado asustar a la  reina?! (Después de hacer algunas cabriolas se tranquiliza). Pueden estar tranquilas, les aseguro que están a salvo del enemigo.

REINA: ¡Gracias, gentil caballero! A propósito, ¿qué hacen ustedes aquí?

DONCELLA: Salí a tomar aire, mí señora.

PAJE: Yo salí a  ver las estrellas. Mañana partiremos a la guerra y quería sentir la noche y las estrellas, usted sabe…, por si no vuelvo.

REINA: ¿Otra vez la guerra? ¿Cuándo terminará todo eso? ¿Cuándo el rey entenderá que hay otras cosas en la vida que ir a la guerra?

PAJE: Ay, mí señora reina, yo creo que nunca. Terminamos una y ya el rey está pensando en comenzar la otra.

REINA: Y mientras tanto yo me consumo aquí en palacio…

DONCELLA: ¡Tanto como yo!

PAJE: Me retiro, bellas damas. Si me lo permiten romperé tan ingratas reglas impuestas por el rey. (Se vuelve hacia ellas. Hasta este momento ha estado de espaldas. Se despide con beso en la mano. Sale).

DONCELLA: (Suspirando)  Ya estoy cansada, me retiro, mi señora. (Sale).

REINA: (Hablando sola). Si pudiera tener una hija por lo menos eso calmaría mi soledad, una niña bella, tan bella como el hada de la vida, la de la cascada mágica. (Aparece el hada de la vida).

REINA: ¡Hada de la vida! ¿Has vuelto? ¿Has venido a ayudarme?

HADA: Reina, querida reina, tu rostro es de honda tristeza y va desmejorándose cada día más.

REINA: Dime, hada, ¿cuándo tendré una hija?

HADA: Mi reina, esta vez no puedo hacer nada por ti.

REINA: ¿Por qué?

HADA: Tendrás una hija solo cuando el rey crea en los cuentos de hadas.

REINA: (Llorando). ¡No puede ser! ¡Eso no pasará nunca!

HADA: No llores, que tu rostro palidece. He sido tu hada desde niña y conozco tu rostro, es tan bello como tu corazón. Este rostro triste y pálido no te pertenece.

REINA: Pero ya no sé que hacer, el rey solo piensa en sus guerras y sigue tan inflexible como el primer día, será imposible que cambie de parecer.

HADA: ¡Espera! Tal vez pueda ayudarte. ¿Cuándo parte para la guerra?

REINA: ¡Mañana!

HADA: Entonces tendré que apresurarme. Le pediré ayuda a... ¡al mago de la muerte!

REINA: ¿El mago de la muerte?

HADA: ¡Sí! Si no se puede por las buenas, entonces lo haremos por las malas. De alguna manera tenemos que hacer que el rey crea en los cuentos de hadas.

REINA:   ¿Pero dime cómo? ¿Tienes un plan?

HADA: Es un poco arriesgado, y si nos falla..., si nos falla...

REINA: ¿Si nos falla qué?...

HADA: ¡No nos fallará! Tú quédate tranquila y ahora vete a descansar.

REINA: ¡Vuelve pronto! (Se despide y sale).

HADA: Mis duendes, metan su mano y ayúdenme a ablandar el corazón del rey, porque de lo contrario si este plan me falla… si me falla, ¡no quiero ni pensarlo! (Transición). ¡Desde el fondo de mí ser y para ayudar a la reina, con la luz dorada de mi espada protectora, invoco a mi reflejo, el Mago de la Muerte,  para que con su lanza roja  me ayude a  romper la coraza del rey y poder así llenar de amor su corazón! (Música. Humo. Aparece el mago).

MAGO: ¿Me llamabas, querida amiga? ¿Cuánto tiempo sin verte?

HADA: Sí, desde hace dos mil quinientos años. No creas que se me ha olvidado tu última travesura.

MAGO: Sin remordimientos,  hermana. Y dime, ¿a qué debo el honor?

HADA: Confieso que esta vez necesito tu ayuda.

MAGO:  Para mí será un inmenso placer. Y dime, ¿cuál es tu problema?

HADA: ¿Conoces al rey de estas tierras?

MAGO: ¿Que si lo conozco? ¡Lleva años desafiándome! Pero tiene una armadura que lo defiende cada vez que me le acerco.

HADA: De eso se trata, necesito ayudarlo a descubrir su corazón.

MAGO: ¿Y qué tengo yo que ver en este asunto? Sé más explícita, por favor.

HADA: Verás, necesito que te le acerques, que te vea de frente.

MAGO: ¿Y crees que no lo he intentado?  Pero dime, ¿por qué tendría yo que ayudarte?

HADA: La reina muere de pena por no poder tener una hija.

MAGO: ¿Y eso es todo? Pero si es muy sencillo, solo tiene que...

HADA: ¡Cállate, hay niños en la sala!

MAGO: ¡Perdón!

HADA: Verás, el caso es que el rey no cree en los cuentos de hadas… y solo cuando esto ocurra la reina podrá tener una hija.

MAGO: ¿Y yo qué tengo que ver en esto! Sigo sin entender.

HADA: Veo que estás perdiendo tus facultades. Quiero que durante la batalla de mañana claves una flecha en el corazón del rey, pero no tan profunda, que le permita llegar al palacio. Cuando él crea que está herido de muerte utilizaré mi rayo violeta de vida para sanarlo y a cambio de su curación le pediré que revoque el edicto, y así todos volverán a creer en los cuentos de hadas y la reina volverá a ser feliz.

MAGO: ¿Y a cambio quién se va conmigo?

HADA: ¡Nadie! ¿O es que te olvidas que me debes un favor?

MAGO: ¡Pero entiende amiga, esta es mí profesión!

HADA: ¡Olvídala por un momento!

MAGO: ¿Olvidarla? Me cuesta mucho trabajo endurecer el corazón de los hombres. Primero les coloco un poquito de poder a su alcance y la codicia aparece sola. En realidad después no tengo que hacer mucho esfuerzo, ellos mismos se encargan  de caer en mis brazos, se convierten en seres egoístas, insensibles. Poco a poco el corazón se endurece y la vida se les hace inútil... Y allí llego yo y los rescato de una vida vacía y sin sentido... ¿Comprendes que es todo un proceso? Y tú me pides que te ayude a ablandar el corazón de un hombre que ama la guerra y que dentro de poco llegará a mí por sus propios pasos… ¡No, esto no es justo!

HADA: (Suplicando). ¡Esta vez, solo esta vez! Estoy segura de que el rey, al sentir que la vida se le apaga, cambiará de actitud.

MAGO: ¿Y si te equivocas?

HADA: No me equivoco, aún siento latir su corazón muy en el fondo. Debajo de esa armadura su corazón suspira cuando piensa en el hijo que ha de tener con la reina.

MAGO: (Irónico). ¡Qué romántico!

HADA: ¡Ayúdame, por favor!

MAGO: ¡Eso es, suplícamelo! ¡Me gusta verte suplicar! ¡Es tan sublime!

HADA: ¡Déjate de payasadas! Y dime ¿me ayudarás?

MAGO: No te molestes. Está bien, te ayudaré, pero con una condición…

HADA: ¿Cuál?

MAGO: Si te equivocas y el rey no cambia de parecer, entonces yo seré libre de actuar.

HADA: ¡No me equivocaré! (Sale).

MAGO: ¡Qué inocente! (Ríe. Sale).

 

ESCENA X

(Entran el rey, el Ego y el paje. Vienen arreglados para ir a la guerra).

REY: Y fue así como partimos una vez más a la guerra...

EGO: ¡Soldados!

PAJE: ¡A sus órdenes, majestad!

EGO: ¿Todo preparado como ordené?

PAJE: ¡Sí, señor!

EGO: Entonces, marchemos a pelear contra el enemigo. (Salen. Aparecen títeres y realizan la escena de la guerra).

REY: Fue una de las batallas más cruentas. Había enemigos por todas partes. Nos defendíamos como podíamos. Y en medio de la batalla… una, dos, tres flechas atravesaron mi corazón... Regresé mal herido al palacio, todos me daban por muerto.

(Entra el paje. Trae al Ego mal herido).

PAJE: (Gritando). ¡Mi señora reina, venga pronto!

REY: ¡Ay, me muero! ¡Me muero! ¡Veo estrellitas! ¡Llegó la hora! (Entran la reina y la  doncella).

REINA: ¿Qué pasó?

PAJE: ¡Fue alcanzado por las flechas del enemigo!

REINA: (Llamando). ¡Hada de la vida! ¡Hada de la vida!

DONCELLA: ¡Cálmese, señora reina!

REINA: ¡Hada de la vida! (Música. Aparece el hada en el otro extremo. El mago observa).

HADA:   ¿Me llamó, mi reina?

DONCELLA: ¡Sálvalo por favor!

EGO: ¡Ay, veo estrellitas! ¡Me muero!

REY: Entonces el hada se acercó a mi cuerpo, trazó un círculo a mí alrededor, luego marcó una estrella en mí frente y pronunció unas palabras extrañas que retumbaron por todo el reino…

HADA: ¡Potrix, saparatenca, dostredformin, junklidibis! ¡Que la luz dorada de la vida te envuelva, sane tus heridas y aleje todos los males de tu cuerpo!

REY: Y como por arte de magia el dolor desapareció y las flechas cedieron ante mis manos y una extraña risa se apoderó de mí...

EGO: (Riendo). ¡Ya no me duele! ¡Ya no veo estrellitas! (Sacándose las flechas). ¡Estoy curado! ¡Soy invencible!

PAJE: ¡El rey está completamente curado! (Corre dando la noticia). ¡El rey está completamente curado!

 EGO: ¡Ya, deja el escándalo! (Se dirige al hada). ¿Cómo te llamas, mi salvadora?

HADA: Me llamo Vida…, simplemente Vida.

EGO: Bien, Vida,  ¿cómo puedo agradecerte lo que has hecho por mí? Pídeme lo que quieras. Te daré todo lo que desees.

HADA: Deseo que ninguno de los habitantes de tu reino se dé la espalda y que a partir de ahora tu pueblo crea en los cuentos de hadas.

REY: Si tal es tu deseo, será cumplido. (Al paje). Por favor, pluma y pergamino. (El paje le entrega el pergamino, el Ego escribe, el mago observa indignado, se pasea).

MAGO: Piensa, maguito, piensa… ¡Ya lo tengo! Mi gomera mágica nunca falla. (Saca una gomera, le coloca una piedra encantada y se la dispara al Ego, quien está escribiendo. El Ego siente el impacto y continúa).

MAGO:  Muy bien, ahora esperemos el resultado.

EGO: (Al paje). Toma la trompeta y el tambor y recorre todo el reino de Islandia anunciando mi curación y les vas leyendo este edicto. ¡Vamos, ¿qué esperas?, léelo!

PAJE: (Suenan trompetas, el paje lee). ¡A partir de este momento nadie en el territorio de Islandia se dará la espalda y serán libres de creer en los cuentos de hadas! (Pausa).

EGO: ¡Termina de leer!

PAJE: ¡Menos el rey!

REINA: (Sale llorando, seguida de la doncella. Todos asombrados. El mago lo celebra).

EGO: He cumplido tu deseo. ¿Puedes decirme cuándo tendré un hijo varón?

HADA: Yo no puedo prever el futuro, solo conozco el presente. Y aquí y ahora solo sé que has desperdiciado la oportunidad de oír la voz de tu corazón.  Ya no puedo hacer nada por ti… (Sale).

MAGO: (Hacia él público). Te dije que fallarías, amiga, pero no me hiciste caso. Ahora el rey lo ha decidido, yo me quedaré en el castillo, la muerte reinará y no se irá de este palacio con las manos vacías. (Ríe).

ESCENA XI

DONCELLA: (entrando, grita) ¡Qué dios se apiade de nosotros!

EGO: ¿Qué ocurre?

DONCELLA: ¡Es la reina, ha enfermado!

EGO: Es una nueva treta, para conmoverme.

DONCELLA: Eso no es verdad, como puede ser tan insensible,  la reina se muere de pena porque usted no creé  en los cuentos de hadas… la reina se muere de pena por no tener una hija.

EGO: Baja la cabeza cuando hables con  el rey. (Gritando). ¡Traigan a la reina aquí inmediatamente! (Salen el paje y la doncella, entran con la reina en su cama de enferma. El Ego se le acerca).

REY: Y por primera vez,  desde el día de la boda, miré el rostro de la reina. Había olvidado sus rasgos, sus ojos grandes y hermosos, su tez blanca y suave como un día de primavera. Entonces mi corazón empezó a latir fuerte como hacía tanto tiempo no latía, y ella, mi hermosa reina, estaba allí, sonriéndome, con la expresión más linda que jamás haya visto en mí vida. La angustia se apoderó de mí y por primera vez en mucho tiempo sentí miedo.

REY: ¡Hay que curarla pronto, está a las puertas de la muerte!

DONCELLA: Solo el hada de la cascada mágica la puede salvar.

EGO REY: ¡Ya basta de hadas, que traigan el curandero real!

REY: (Interrumpiendo). ¿Dónde se encuentra esa cascada?

DONCELLA: Oh, señor, está muy lejos, más allá de los cielos y de los mares, entre los peñascos de nuestra propia imaginación, donde solo la inocencia del hombre puede entrar.

REY: ¡Iré a buscarla!

EGO REY: ¡Tú no vas a ninguna parte!

REY: ¿Y quién me lo va a impedir?

EGO: ¡Yo!

REY: ¡No me hagas reír! (Se dispone a salir).

EGO: ¡Atrápenlo! ¡Tras él!... (El paje lo ignora). ¡No necesito la ayuda de nadie para atrapar a ese infeliz! (Corre tras él).

 

ESCENA XII

(Transición. Juego de luces en el teatrino, acompañado de imágenes que indiquen que el rey y el Ego están pasando por distintos espacios: mares, cielos, etc. Cambio de escenografía para el bosque).

REY: ¡Señora hada! ¡Aparezca, apiádese de mí! ¡Mi reina sé está muriendo y solo tú puedes salvarla!

EGO: (Dirigiéndose al público) ¡Y aquí, señoras y señores, volvemos al inicio!

REY: ¡Señora hada, la reina se está muriendo y solo usted puede salvarla! (Música. Aparece el hada).

HADA: Te juro que es lo que más quiero, pero no puedo. Al no cumplir tú mi deseo me has quitado todo el poder para sanarla. ¡Ahora solo tú puedes hacerlo!

REY: ¿Yo? ¿Pero cómo?

HADA: ¡Tienes que oír tu corazón!

EGO: ¿Cómo?

HADA: ¡Deja que aflore la belleza que hay en él!

REY: Pero… ¿dónde está mi corazón?

HADA: Lo tienes tan escondido que ya no lo sientes. Está debajo de tu armadura, solo tienes que quitártela.

EGO: ¿Deshacerme de mi traje de guerrero? ¡Jamás!

REY: ¡Callate! Me ha costado mucho llegar hasta aquí. La reina está al borde de la muerte por tu culpa, así que ahora se hace lo que yo diga, ¿entendido?

EGO: ¡Qué carácter! A ver, ¿cómo lo lograrás? ¡Cuéntame!

REY: (Dirigiéndose al público).  La única manera de salvar a la reina es vencer este ego (señala) que me acompaña siempre y que no me deja rectificar cuando me equivoco. Él  ha provocado la infelicidad en mi reino con esa actitud de soberbia, él me ha creado esta coraza.

EGO: ¿Qué es lo que dices de mí, cobarde?  Si no fuera por mí tu reino no tendría la fortaleza que ahora tiene. Eres demasiado bondadoso, demasiado sentimental, y en esos momentos de tu debilidad es que yo me impongo. Este ego, del que tanto reniegas, es el que te ha ayudado a tener poder, gracias a mí hoy eres grande.

REY: Pero ya no te quiero más a mi lado, yo solo quiero salvar a la reina, y si para eso tengo que deshacerme  de tu  armadura… ¡entonces, en guardia! (Sacando la espada).

EGO: ¡¿Te crees muy listo verdad?! ¡Pues, veamos… ¡en guardia!  (Canta, burlón).

Reyecito de plomo,

reyecito de bronce,

reyecito de nada...,

desenvaina tu espada,

tendrás que vencerme

para hacerme creer

en los cuentos de hadas.

 

 (Pelean. Al final el rey cae al piso). 

EGO: ¿Conque te vas a deshacer de mi armadura para oír tu corazón?

(Mientras esta escena se realiza, el mago se desplazará de acuerdo a la acción, siempre del lado del Ego, apoyándolo).

REY: ¡Señora hada, ayúdeme¡

HADA: Dime, ¿cuándo fue la última vez que sentiste tu corazón?

REY: A ver… a ver... ¡Sí, ya sé! ¡Cuando era niño!

HADA: ¿Cómo sucedía?

REY: No sé, simplemente era feliz

EGO: Esa palabra… ¡cómo la detesto!

MAGO: ¡Que nadie hable de felicidad porque se las verán conmigo!

HADA: ¿Y qué hacías para ser feliz?

REY: (Pensando).  Cantaba,  jugaba con los demás niños.

HADA: Entonces canta y juega con los niños, a lo mejor ellos te pueden ayudar…

MAGO: (Aparte). Esto se está complicando, tendré que actuar rápido si no quiero irme con las manos vacías…

REY: ¿Tú crees?

HADA: No tengas miedo, ¡prueba!

EGO: No, no voy a bailar, ni a cantar, ni a jugar... ¿Qué ridiculez es esa?  ¿Cómo un rey como yo puede perder el tiempo en estas tonterías cuando debería estar matando dragones, conquistando tierras,  exterminando a sus enemigos? ¡Qué rabia!

MAGO: (Seductor). ¡No seas tonto! ¿No ves que es un desafío hacia ti? Si tú quieres seguir dominando es mejor que le sigas el juego, mira que yo lo veo muy decidido.

REY: Pero… ¿no entiendes que lo que quiere es distraerme para deshacerse de mí?

MAGO: Aplica la misma estrategia.

EGO: No entiendo.

MAGO: Distráelo tú y deshazte de él de una vez por todas, así no tendrás que oír más sus lamentos de rey  bueno.

EGO: ¡Detesto cantar y mucho menos jugar!

MAGO: Utiliza tu astucia. 

EGO: ¿Cómo?

MAGO: Coloca tú las reglas y que él baile al son de tu música. En otras palabras, selecciona tú las canciones y los juegos que harán para los niños.

EGO: ¿Qué dices? ¡Ya he dicho que no sé cantar! Claro, solo canciones de guerra, y en cuanto a juegos solo me divierto cazando dragones.

MAGO: ¡Qué tonto eres! Serás muy ego y todo, pero no sabes nada de niños. A ellos les encantan esos juegos de villanos y canciones de malvados…  

EGO: ¿En serio?

MAGO: ¡Claro! Ya verás que todos te aclamarán, a menos que tú tengas miedo...

EGO: ¿Miedo? ¡Jamás! Además, si he vencido tantos enemigos y he matado tantos dragones, ¿cómo no voy a salir victorioso de un simple juego de niños?

MAGO: ¡Así se habla!

EGO: (Al rey). Así que quieres cantar y jugar para los niños, para despertar la alegría de tu corazón. Está bien, acepto, cantemos y juguemos…, pero eso sí, las canciones y los juegos los escojo yo…

REY: (Riendo) ¡¿Tú?! Pero si tú no sabes lo que es eso. Cuando era niño yo no tenía ego porque no conocía la soberbia.

EGO: ¡Ya no me lo recuerdes! Sé muy bien que entré en tu vida cuando te obligaron a asumir el trono de Islandia, pero ahora de lo que se trata es de jugar y cantar para los niños.

REY: ¿Y de que tú escojas los juegos y las canciones? Pues, no me parece justo.

HADA: (Dirigiéndose al mago). Creo que esta brillante idea vino de tu parte, ¿no es cierto?

MAGO: ¡No te exaltes! Además, tú sabes muy bien para qué estoy yo aquí. Te lo advertí. ¿Es que no te  acuerdas? Te dije que si tu plan fallaba, yo sería libre de actuar como quisiera… Pues, ¡fallaste! Y yo no me voy  de aquí con las manos vacías, por algo soy el… ¡mago de la muerte! ¡El rey de las tinieblas! (Ríe).

HADA: Déjate de bravuconadas, que él público espera el desenlace. Me parece más apropiado que cada uno sugiera un juego y una canción.

MAGO: ¡No, señor! Mejor será que lo definamos con una moneda (saca una moneda),  rey o reina, es decir cara o sello.

HADA: No tan rápido, es inapropiado dejar el destino en manos del azar. Insisto, uno por uno y san se acabó. (Mago y hada discuten).

MAGO: ¡Una moneda!

HADA: ¡Uno por uno!

REY  Y EGO: ¡Ya basta!

REY: Yo estoy de acuerdo con la propuesta del hada.

EGO: Y yo estoy de acuerdo con la mía. (Discuten).

REY: ¡Con la del hada!

EGO: ¡Con la mía!

 (Discuten. Entran el paje y la doncella).

LOS DOS: ¡Ya basta! ¿Se olvidaron de la reina?

DONCELLA: Señora hada, la reina está muy mal, ¡sálvela, por favor!

PAJE: Sí, nos cansamos de esperar y decidimos venir a ver qué pasaba.

HADA: Lo que pasa es que no encontramos una forma para que estos dos señores puedan cantar y jugar para los niños.

DONCELLA: Pero es muy fácil. Concertemos de esta manera: primero uno propone un juego,  después el otro propone el siguiente. Luego uno propone una canción y después el otro sugiere otra...,  y se tira la moneda para ver si es juego o canción…

REY: ¡Acepto!

EGO: ¡Acepto!

MAGO: ¡Yo no!

DONCELLA: ¡Nadie está pidiendo tu opinión! ¡Empecemos! (Tomando al rey  por un brazo). Empiece usted, su majestad, por favor.

REY: Está bien.

EGO: ¡No, señor, empiezo yo!

TODOS: ¡Está bien, empiecen…!

EGO: ¡Juguemos a quitarle la  pezuña al dragón!

REY: ¿De dónde sacaste ese juego tan extraño?... Yo no lo conozco.

EGO: Pero los niños sí. ¿Verdad, niños?... (Espera respuesta). Bueno, consiste en colocarle una pezuña al dragón y el que se la quite gana.

REY: ¿Y dónde está el dragón?

EGO: ¡Nosotros somos el dragón!

HADA: ¡Niños, apoyando al rey podemos enviarle nuestra energía para que oiga su corazón!

MAGO: ¡Niños, apoyando al ego impediremos que el rey oiga su corazón!

 (En el pie, cada uno coloca una tela que hará de pezuña. Juegan).

 HADA: (Dirigiéndose a los niños, animándolos a apoyar al rey). ¡Rey! ¡Rey!

EGO: (Dirigiéndose a los niños). ¡Ego! ¡Ego! (Mostrando el pañuelo que le ha quitado al rey). ¡Gané!  ¡Gane!

MAGO: ¡Ganamos! ¡Niños, sigan apoyándonos y lo venceremos!

HADA: (Dirigiéndose al rey). ¡Ahora te toca a ti proponer el juego!

REY: ¡Juguemos al circo!

EGO: ¿Al circo?

REY: Sí, ganará el que haga más malabares…

EGO: ¡Eso es trampa! Tú sabes que yo no sé hacer esas ridiculeces.

REY: No me importa, juego es juego, compinche…

PAJE: (Al público). ¡Señoras y señores, verán a continuación al mejor malabarista del mundo!

(El rey hace reverencias. Suena música. Realiza malabares con pelotas y después con fuego).

REY: ¡Vamos a ver si superas esto!  

MAGO: (Al público). ¡Señoras y señores, ahora verán al malabarista más osado jugando con pelotas, fuego y dragones!

(El Ego trata de jugar con las pelotas, pero no lo consigue. Trata de hacerlo con fuego pero se quema). 

DONCELLA Y PAJE: ¡Ganamos!

HADA: Prosigamos. Es su turno, señor Ego. ¡Canción!

EGO: Este yo… Mago, ¿qué hago? ¡No sé cantar!

MAGO: Pues, ¡improvisas o te lleva el diablo, compinche!

EGO: ¿Cómo quieres que improvise con algo que no sé?

MAGO: ¡Ya sé! ¡Vamos a rasparlo con un rap! (Le habla al oído, explicándole en qué consiste el asunto del rap).

REY: ¿Y que es un rap?

MAGO: ¡Una canción del futuro!

REY: ¡Acepto! (Suena  música).

EGO:                                                Damas y caballeros,

                                                        que acuden a esta sala…,

yo soy el rey que no creía

en cuentos de hadas.

Me la paso en una guerra

buscando qué conquistar,

para robarles sus mujeres,

sus riquezas y su pan…

 

 

REY:                                                 Yo soy el mismo rey

                                                         que ante ustedes está,

pero creo en la fantasía,

el amor y la bondad.

 

EGO:                                        

                                                       Bondad y romanticismo…

                                                             ¡Qué ridiculez!

                                                        Yo creo en mis batallas

                                                        y no en esa estupidez.

                                                        Te reto a que me venzas

                                                        con tu escudo y espada.

                                                       ¡Y no cantes esas letras…,

                                                         que pareces un hada!

 

REY:

Mi escudo y mi espada

no conocen de rencores,

te reto a cantar con estos niños

que son mis espectadores…

¡Vamos, niños, canten conmigo!

 

 (Invita a los niños a cantar conjuntamente).

EGO: ¡No, niños, no canten! ¡Deténganse! (A medida que avanza, la armadura del Ego empieza a caerse). ¡Deténganse! ¡¿Qué hacen?! (Sintiendo que algo se mueve dentro de él) ¡¿Pero qué es esto tan extraño que siento?! (Se le caen los metales del traje). ¡Pero, mi traje! ¡¿Qué pasa con mi traje?! ¡No puede ser! ¡Mis insignias se me están cayendo!… ¡Paren, niños, no canten… paren! ¡No  sigan!

DONCELLA: ¡Miren! El Ego se  está desvaneciendo...

REY: (Sorprendido, llevándose las manos al corazón). ¡Está latiendo de nuevo! ¡Lo siento!... ¡Siento de nuevo mi corazón!

MAGO: ¡Resiste, no te dejes vencer!  ¡Tú  eres el más grande, el más fuerte!

EGO: (En el suelo). ¡No puede ser! ¡Esto no puede estar sucediéndome a mí!

REY: ¡Sí, es mi corazón, lo oigo! (Al  hada). ¿Y ahora qué debo hacer para salvar a mi reina?

HADA: ¡Tu corazón! ¡Deja que él sea tu guía y lo sabrás! En cuanto a ti, ahora que has sido derrotado, también podrás disfrutar de la bondad de tu corazón.

REY: ¡Algo me dice que debo regresar al palacio, que mi reina me espera y que ya ha sido sanada!

DONCELLA: ¡Regresemos!

MAGO: ¡No tan rápido, amigos! ¡Ahora que la reina ha sido salvada, ¿quién se irá conmigo? Si piensan que me voy de aquí con las manos vacías, están equivocados…, aún no saben de lo que soy capaz. (Ríe, dirigiéndose al público). Aquí hay unos lindos candidatos para viajar conmigo. (Va hacia el público). A ver, a ver. Este que está aquí… ¡no, mejor no, es muy feo! Me gusta este..., ¡pero está muy gordo, no me sirve! (Busca y toma a alguien para llevárselo, pero lo suelta).

HADA: Deja de hacerte el interesante… ¡Y fuera de aquí! ¡Te vas solo, sin compañía!

MAGO: ¿No puedes dejar de hacer tu papel por un momento y dejarme a mí hacer el mío?

HADA: ¿Y se puede saber cuál es tu papel?

MAGO: ¡El de villano! ¡El malo del cuento!

HADA: ¡Fuera! ¡Regresa a tu sitio y no vuelvas nunca! (Pausa). ¡Hasta la próxima función!

MAGO: Está bien, me voy, pero en la próxima función me vengaré… y a alguien me llevaré…, preferiblemente alguien importante… (Sale).

REY: ¿Cómo puedo pagarte que me hayas ayudado a salvar a la reina?

HADA: Hay una manera... o, mejor dicho, dos.

REY: ¿Cuáles?

HADA: La primera es que quiero que me prometas que no vas a dejar que la vanidad se apodere de ti hasta tal punto de hacerse más grande que tú.

REY: ¡Te lo prometo!

HADA: Está bien, pero por si acaso, necesitamos estar seguros de que tú has de ser el más fuerte, y para eso necesito utilizar mis poderes… (Luces, efectos de sonido. El hada acciona su vara mágica, y en movimientos rápidos el rey y el ego intercambian lugares). Muy bien, ahora sí. Eres más grande y más fuerte que él (señalando al Ego). ¡Cuida bien de que no crezca!

REY: No se preocupe, señora hada, velaré porque así sea.

EGO: ¿Y tendré que estar detrás de este reyecito bondadoso de pacotilla? ¡Menos mal que ya falta poco para que termine la obra!

REY: (Al hada). ¿Y la segunda manera cuál es?

HADA: Quiero que permitas que los niños de tu reino crean en los cuentos de hadas.

REY: ¡Te prometo que de ahora en adelante así será!

HADA: Mi trabajo está cumplido. Solo me queda algo por hacer.

REY: Espere, señora hada, dígame, ¿podré tener un hijo con mi reina?

HADA: Yo no puedo adivinar el futuro, amigo mío, solo  actúo en el presente. Eso de que tengan un hijo depende de ti… Ahora, prepárense para volver al palacio, la reina los espera. Pero antes… (Saca su varita mágica. Suena música. Efectos). ¡Por el poder de los vientos, los cielos y los mares pido que todos los recuerdos negativos de estas mentes se borren…, que no existan rencores, ni divisiones…,  ¡que todo lo bueno comience  de nuevo! Es decir, (detrás del escenario se preparan los actores, el rey y la reina,  felices el día de la boda), ¡ahora nadie recuerda nada malo..., solamente ustedes, amigos espectadores!

 

ESCENA XIII

(Cambio de escenografía. Aparece fachada del castillo. Se repite la escena de la boda en el teatrino). 

TÍTERE ANUNCIADOR: ¡Atención! ¡Atención, distinguidos invitados a la boda real! ¡Está haciendo su entrada la reina y legitima heredera del trono de Islandia, su majestad Virginia I! Y es conducida hacia al altar por su amadísimo padre. (Sale la reina títere, vestida de novia). A continuación hace su entrada el excelentísimo rey de Islandia, Alejandrino III (sale rey títere).

TÍTERE ANUNCIADOR: Su majestad Virginia I… ¿acepta usted por esposo a Alejandrino III?

TÍTERE REINA: ¡Sí, acepto!

TÍTERE ANUNCIADOR: Su majestad Alejandrino III… ¿acepta usted por esposa a Virginia I?

TÍTERE REY: ¡Sí, acepto!

TÍTERE ANUNCIADOR: Por el poder que me confieren los mandatos de Islandia los declaro desposados por los siglos de los siglos… Puede levantar el velo y besar a la  novia. (Suena música. Fiesta en el teatrino. Al finalizar la música salen el rey y la reina, ésta con el ramo de flores en la mano).

REY: ¡Mi reina, eres más linda de lo que te imaginé!

REINA: ¡Mi rey, eres más bello que como te describió el hada de la vida en la cascada  mágica!

REY: ¿Hada de la vida? ¿La cascada mágica? Me suena…, me suena… Debo haberla visitado en uno de mis viajes reales. (Salen. La reina tira el ramo y lo toma la doncella. Transición). 

ESCENA XIV

PAJE: ¡Han nacido, han nacido! ¡Los gemelos herederos han nacido!

DONCELLA: ¿Qué han sido? ¡Dímelo, por Dios! ¿Niño?

PAJE: ¡No!

DONCELLA: ¿Niña?

PAJE: ¡No!

DONCELLA: ¿Y entonces?

PAJE: ¡Un robusto varón… y una hermosa hembra! (La doncella y el paje se abrazan y salen. Transición. Salen los gemelos, el rey y la reina. La niña jugando a ser guerrero, y el varón leyendo un cuento de hadas. Juegan con los padres).

 

FIN

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